domingo, agosto 31, 2003

Uy, domingo familiar; mi casa será sede para que todas las hermanas arrojen chispas por doquier. En esta familia no es común, esa tradición no venía incluida (será que somos familia en extinción): éramos pocos y cada vez somos menos, ja.
Curiosamente tuve amigos con sendas familias, clanes, y disfrutaba de esos domingos familiares, de las fiestas multitudinarias, de las comidas en tandas, y las ollas (tipo industrial) llenas de comida. Yo sí lo disfrutaba, pero los implicados odiaban TENER que asistir a esas celebraciones.
Enfin, manos a la obra, dos aspirinas y Café Tacuba pa animarme...

sábado, agosto 30, 2003

El origen de una palabra puede resultar ilustrativo, aunque su significado se haya distanciado de él. Los ilustradores del medioevo empleaban minio, disuelto en yema o clara de huevo, para colorear de rojo. Del minio derivó la palabra miniatura (así se nombra a las iluminaciones) y miniaturista (el que las realizaba).
Tengo una añeja afición a las miniaturas, y al icono del huevo, sobretodo el del huevo frito o estrellado:




Uno trata de buscar la explicación a sus obsesiones en las anécdotas de infancia. No necesariamente provienen del recuerdo asignado, mas nos gusta creer que sí.
Solía acompañar a la abuela al mercado, era una larga caminata (aún ahora es larga). No me quejaba del dolor de piernas, tal vez motivada por varios factores: ver a los pescados en los aparadores y poder tocar sus branquias, horrorizarme con los largos pescuezos de los pollos, admirar las pilas de frutas y verduras en donde yo adivinaba ciudades.
Pero lo mejor era la compra de un juguete de mercado. Venían en unas bolsitas de plástico, pegados en un cartón; juguetes baratos, de plástico, y todos en miniatura; siempre elegía el juego de sartenes: eran tres, de diferentes tamaños, el más grande mediría 3 cm. Lo que me maravillaba era la reproducción precisa de dos huevos estrellados en uno, y un solitario en el otro; el tercero tenía una superficie rugosa que emulaba frijoles refritos.
Esos juguetes ya no existen, ni la abuela, ni la infancia. Aún tengo parte de mi colección de miniaturas (las otras se perdieron en una mudanza) y esa sensación de alegría al ver huevos fritos donde sea; aunque no los como porque el sabor de la yema me manda al mismísimo baño.

viernes, agosto 29, 2003



Descubrí a William Adolphe Bouguereau, francés, 1825-1905. Cuántas cosas no conozco, ignorancia que promete asombro continuo. Este cuadro ya lo tengo en mi galeria personal.

Seguiré enchilada, o como dice una amiga que vive en Tijuana, pero es de Matamoros haciendo chile; tuve que pedirle dinero a mi santo padre; odio pedir dinero, a quien sea ¿soberbia, vergüenza? Me han dicho: agradece que le puedes pedir. Ok. Digo ¡oh, estoy agradecida! pero la sensación de incomodidad se queda ahí (cuestiones del deber ser, creo).
Por suerte mi amigo Ricardo, el músico, me llamó para un desayuno express. Un placer oirle, es un ser luminoso. Le dieron una beca, muy merecida (a ratos la justicia existe). Me voy a echar chispas por ahí.

jueves, agosto 28, 2003

Esta es la semana de los desencuentros; todas las citas canceladas; y las que no, se convierten en el juego de las escondidillas. Hoy amanecimos en tinieblas; salí al tráfico despeinada, sin café para la gastritis y con la ropa arrugada. Y uno que anda neurótico (más que lo acostumbrado). Pues resultó productivo, me ganó la ira. No todas las iras son tanáticas. No. Las hay telúricas; te mueven, te despiertan: son energéticas. Soy El Soldadito de Plomo, algo cojo, pero al fin y al cabo sol-da-di-to. Voy por mi fusil...


chez morcillo

Se fue, no dejó estela alguna. Le dejó la concha nacarada para que se refugie en sueños. Me ha dado aprensión porque ayer, sobre la avenida, había manchas de caracoles destrozados: el sol las seca, las convierte en extraños rompecabezas que persisten en brillar.
Pero si dejó su concha ha de estar en algún lado. Y el que posea la concha, en sueños, podrá descifrar cada recoveco y salir de vez en vez del laberinto.

miércoles, agosto 27, 2003

Tuve uno de esos sueños que me apagan el interruptor anímico: un restaurante, que más parecía templo, gente conocida que entraba y salía, gente que nunca he visto y que sin embargo me conocían: yo estaba sentada en una jardinera (lluvia de por medio), fumando (uts, ahora hasta en sueños fumo). Cada uno me saludaba y me dejaba “algo” para que lo guardara en mi bolso. Yo tenía muchísima hambre. Me asome al bolso, estaba repleto de cositas, cada una con una etiqueta: pulseras, fajos de dinero, un dulce, llaves, listones, la miscelánea de todos esos personajes. Y todo era fumar, la aprensión, la inquietud de saberme albacea de esos objetos; y el hambre (móndrigos, nadie me preguntó si ya había comido).
Se hizo de noche, aparecieron otros personajes (sospechosos), el tesoro peligraba; entonces entré al restaurante (que ya era aún más templo, y claro, ya no había servicio): vegetación tropical, antorchas, ídolos de piedra (uts, medio hollywoodense). Y luego un ritual nada agradable con un artefacto espeluznante. Y todo se me fue en buscar la salida apretando el bolso, hambrienta, localizando letreros neón entre la maleza; cada letrero apuntaba direcciones y estaba rematado con un verso...ringgg, despertador.
En la siguiente versión, aventaré el cabalístico bolso y entraré al susodicho restaurante, pediré una mesa, un cacho de res, una botella de vino y no hablaré con nadie... mientras lavan las cisternas veré cómo prender el interruptor.

martes, agosto 26, 2003


Ícaro (otro, este es de Matisse)

Tenemos La Odisea (aventurillas de Odiseo), La Eneida (¡salve, Eneas!) y Las Cruzadas (sí, la cruz, la cruz), pero ¿dónde queda Ícaro?: tendría su La Icarada, La Icareida (para suavisar). Tal vez nadie escriba La Icarada porque su heroe no es uno, sino todos.
Ícaro no tuvo grandes aventuras, no visitó países remotos, ni venció a las hambrientas sirenas; sólo se atrevió a llegar al sol y zum, zaz, crack, se rompió.
Todos nos ponemos las alas, alguna vez, y pecamos de arrogantes, imprudentes, temerarios, ignorantes, osados; y todos caemos (dándonos en la madre como dicen aquí en mi agujero). No todos se levantan de entre los muertos, algunos se quedan desparramados para siempre; otros se quedan quietos y terrenos; y los hay que reconstruyen las alas una y otra vez.
La Icarada enseñaría que el fin último no es llegar al sol (de llegar terminaríamos algo carbonizados) sino aprender a planear por ahí. Quedaría inventar nuevos seres fantásticos para condimentar la historia...

p.d.: esta vida matutina es rarísima, me parece que las mañanas no rinden, me gustaba más ser vampirillo.

lunes, agosto 25, 2003


Arturo Rivera (favorito del portero).

And death shall have no dominion.
Dead men naked they shall be one
With the man in the wind and the west moon;
When their bones are picked clean and the clean bones gone,
They shall have stars at elbow and foot;
Though they go mad they shall be sane,
Though they sink through the sea they shall rise again;
Though lovers be lost love shall not;
And death shall have no dominion.
[...]
Dylan Thomas


Será que la única manera de arrebatarle su territorio sea con nuestro afán de recuerdo; ese robar rostros y voces, y nimiedades cotidianas. Usurpamos su dominio y Ella hace lo suyo hilvanando ausencias en nuestros días.
Nos susurra nanas de desaliento, y bajamos la cabeza porque nada será suficiente, la palabra no alcanza para romper su cerco. Y el mundo es tristísimo con sus dedos-castañuelas corrompiendo todo.
Entonces basta leer a otros para intuir que sólo se pierden algunas batallas y que el olvido y Ella aún no han logrado amurallar su gélido castillo. Mas no de esotra parte en la ribera / Dejará la memoria, en donde ardía: / Nadar sabe mi llama el agua fría, / Y perder el respeto a ley severa.

sábado, agosto 23, 2003


añadir crema ácida y cebollín. mmm.

Remolacha, o betarraga, son palabras altisonantes; no así betabel, mejicanismo de origen francés, betterave. Me cuesta entender el por qué del rechazo a esta raíz, yo con tan sólo verla recuerdo su sabor y ese aroma que inunda la casa cuando retoza en el agua hirviente. A veces creo que todo radica en esa terrible afición a sobrecocer los alimentos. Un betabel cocido de más tiene una consistencia despreciable y su sabor se corrompe: no se pela cuando se hierve, así conserva su color y turgencia.
He visto campos de betabeles donde asoman unas matitas comunes. Los recordé en el súper; tomé un betabel, percibí su temperatura, su rugosidad y la tierra que se negaba a abandonarlo. Imaginé los subterráneos de aquellos campos, repletos de esos corazones dulces; las lombrices han de escuchar los latidos.
Al arrancar el betabel ocurre cierta alegoría del sacrificio; sin pirámide, sin dioses sedientos ¿se lamentarán las lombrices ante tanta muerte? Una señora me interrumpió para enseñarme cómo se escogen. --No se apure, sólo estaba imaginando los latidos--. No se lo dije (qué cara hubiese puesto), como tampoco digo que las aceitunas parecen ojos dentro de un frasquito, ni que las raíces de genjibre son niños: la locura no se exhibe, no vaya a ser que me prohiban la entrada al súper, horror, si es divertidísimo.

viernes, agosto 22, 2003

[...]
Y ahora os pregunto, ¿no es acaso la mañana... una
facilidad de la respiración
y la infancia agresiva del día, dulce como el canto que
dilata los ojos?
Saint-John Perse

Sí, aquí empezaba La Casa Tomada. Hoy todos partieron a diversos destinos y quedó la mañana con Peter Murphy y un regadero de camas improvisadas, platos y papelitos por todo el suelo.
Ahora todo está en orden, pareciera que aquí no pasó nada; tal vez sólo quedan algunos chispazos por aquí y por allá: la relaciones familiares suelen tener polvorines ocultos que flamean, suavemente, en el transcurrir de las horas. La semana siguiente regresará la hermana-arquitecta&family (va y viene, es un cometa vacacional).
Y aquí se queda Peter Murphy, los golems en la compu y un dejo de tristeza; pese a que tengo cero espíritu gregario y el sueño acumulado, algo se remueve en el pozo.

p.d.: SS, ahora sí, un camino a Koudelka:
http://www.masters-of-photography.com/K/koudelka/koudelka.html


Cauduro

jueves, agosto 21, 2003

Casa llena. Los cuartos llenos de familia (es pequeña); compré mis gladiolas (rojas, no había ni rosas ni amarillas); fui mordida por una oruga vampiro (diminuta, se alojó en mi cuello, brrr); tengo chocolates suizos, cartuchos de colores, ropitas curiosas, un juego de cocina muy british y dulces de regalise. Esta gripe veraniega comienza a atacar mis intestinos, o será tanto jolgorio... Ni idea qué será de este día.

Gracias a todos los posteadores, ya ví que en el feedback la fiesta estuvo regia. Es sabroso anunciar el cumple y tener fiesta virtual: todos deben intentarlo. Y a todos ¡feliz-no-cumpleaños! (muchos adictos a Alice por aquí).

miércoles, agosto 20, 2003



Que coma pastel el post



sólo
gladiolas y feliz cumpleaños


martes, agosto 19, 2003

Cierto amigo-duende siempre habla de sincronicidad; aquellos sucesos que parecen casualidades, mas pertenecen a los territorios de la causalidad. Ayer buscaba un libro en estos libreros del caos, claro que no lo encontré porque mi vista se detuvo en un lomo que, según creo, nunca había visto: Los reinos de Cintia, sobre Propercio. Per se, el título me resultó llamativo; cuando leí quién era el autor, Rubén Bonifaz Nuño, la arrogancia asomó: ¡cómo, yo he leído toda su poesía! (Tontita, ni la has leído toda y esto es un ensayo).
Me fui directo al colofón para buscar el año de la edición (el libro está algo amarillo): 20 de agosto de 1978 (hey, ese es mi cumple). Y comencé a leer.
El ensayo, a lo Bonifaz, más que mostrar la vida y obra reconstruye la escencia misma de Propercio (poeta lírico de la antigua Roma). Y aquel que logra invocar la escencia de los muertos también logra construir ventanas para los más ciegos (como yo):Y cabría preguntar entonces por qué deseamos tan insistentemente volver a la juventud, y la única respuesta válida sería que lo hacemos no para volver a tener, ya que en realidad nada tuvimos, sino para volver a necesitarlo todo. Pues lo que los años nos van quitando son, ante todo, necesidades. Así como Propercio regaló su poesía amorosa, Bonifaz regala un engrane para seguir en movimiento. Total, mañana seré la primera en felicitarme y abandonaré mi pose de amargosita. Venga, Bonifaz:

Dicen que la vida prosigue.
Entre nieves remotas, luces
que desconozco, abro los brazos
-lazarillos a ciegas-; busco.
Rubén Bonifaz Nuño



Koudelka

p.d.: Lo que vi por ahí: un post sobre poesía del buen humphrey, y una iluminación real sobre Paul Celan escrita por fausto, amigo y cómplice de lecturas.

lunes, agosto 18, 2003

Intentaré modificar mi horario de murciélago, asi que bloguilandia y el outlook serán matutinos; realmente el monitor-desayuno sabe raro. Veremos cómo nos acomoda el nuevo orden. La cocina aún huele a frutas. Y he descubierto que los chiles tienen un dulzor sugestivo, sí, dulzor.
Me ha gustado la frase que dejó frida en el tag: El nombre es arquetipo de la cosa. La dimensión de esto puede resultar asombrosa, y aterrante si pensamos en hados y destino. Pero quedémonos en el arte de nombrar; así como aquel Mago de Terramar, uno se sueña poseedor del nombre verdadero de las cosas, aquel que puede designar con precisión y que de alguna manera revitaliza al objeto mentado. Este nombrar se convierte en un deseo diario, en un quehacer cotidiano (que algunos nombran obsesión): buscamos sinónimos, antónimos, descubrimos palabras nuevas, recuperamos aquellas que han entrado en desuso o nos atrevemos a crear variaciones.
Estar vezado (acostumbrado), transido (acongojado); estados que alguien ha nombrado ya, y cuyas palabras se transforman, cambian o se olvidan. (Transido es recuperable, y sonoramente muy hermosa).


G. Arcimboldo

Y a propósito de frutas, verduras y nombres: Estos curiosos juegos caricaturescos tienen su nombre: ghiribizzi. Arcimboldo tiene una serie de alegorías, de las estaciones y los elementos, donde logra una magia visual con frutas, flores y otros ingredientes. Curiosidades del s.XVI.

domingo, agosto 17, 2003

La decadencia se fue en las ollas, en el aroma de los ajos, en la desvelada y los laberintos virtuales; los chiles en nogada deliciosos, muy frutales; y ciertos amigos con los que uno ríe (gente harto agradable). Las frutas tienen su sortilegio, las verduras, los hongos. Hoy a dormir. Otra vez al despertar temprano.

sábado, agosto 16, 2003

Hoy el café sabe raro; tengo la cifra: $1,400 raquíticos y mexicanos pesos para unos libres de inglés. ¿Los robo, los pido? El miércoles llega la hermana-francesa; el lunes a madrugar; sábado de Lazarillo y de Libia cocinera; sábado de forrar libros y pegar microetiquetas; $700 del uniforme (suma, suma); pierdo el tiempo engarzando palabritas, viles abalorios destinados al silencio, golems mediocres; tres horas y todo al basurero. A lo mejor tenía razón, mi santo padre (joder, que viene el miércoles también), hubiera sido yuppie entonces no estaría de patética construyendo el blog-muro-de-los-lamentos. Ha de ser la amenaza de gripe, los 1,400, las 3 a.m. (no, esto tiene su nombre: frustración). Mejor off.

viernes, agosto 15, 2003


Magritte

Día largo, lejos de casa, he hablado por dos siglos; ya no queda saliva para hablar. Al final del día terminé caminando bajo la lluvia, descubrí que no veo bien de noche, no veo qué diablos aguarda en la acera; y no puedo usar los lentes con lluvia, odio esas pequeñas gotas en los cristales que me convierten en mosca-mirada-de-espejos. Hoy hablé mucho, hasta reí; era tanto el ruido que el esternón tuvo que callarse, y dejar de azulear. Llegué al café de chinos: los panecillos dorados en el aparador y él esperando en una mesa; el azul siguió quieto. Aún no se va.

jueves, agosto 14, 2003

Una promesa. El portero me prometió un cordero, aunque es un cordero especial; es un pequeño animal fantástico que descubrí en un bestiario medieval.
Borametz, así se llama. Cuentan que existe, allá en oriente (lejos de las bombas, supongo) una extraña planta cuyo fruto se asemeja a una pequeña calabaza; al madurar ésta, de su interior sale un pequeño animal, parecido a un cordero, llamado Borametz. Este cordero vegetal se alimenta de la hierba que crece alrededor del tallo de la planta, cuando la hierba se agota el animalillo se seca y muere. Dicen que su lana es finísima y su carne es el alimento predilecto de los lobos.

Creo que el portero tendrá que hacerme dos dibujos, uno con el cordero y otro con mucha, muchísima hierba para que el borametz no se muera y bale todas las noches (el balido ahuyenta lo azul de los cuartos).

P.D.: Me gusta oír ciertas voces en la noche, aunque sea por teléfono, son como esos balidos fantásticos, son dulces. Llueve. Tendremos jueves de clase. A dormir.

miércoles, agosto 13, 2003

La presentación estuvo cool; vi caras agradables por ahí y mi fachada favorita de iglesia; hay trozos de ciudad que guardan historias personales, se quedan ahí esperando a que volvamos y las veamos nuevamente.
Tomé prestadas tres letras del alfabeto de Shag (Josh Agle) cuya plástica conocí gracias a Rax (le encanta); ella tiene mucho de Shag (colorida e innovadora). Uno pasa momentos visuales estupendos con estos dibujos.



No supe si traer pastel, Pingüinos o flan napolitano, mejor este collage para desearle feliz cumpleaños, pásela bien rax.

martes, agosto 12, 2003

Regresé de la clase de los Arcanos, me comí un racimo de uvas verdes y una dona (qué cena); veía algo en la tele y pensaba sobre el golem que iba a abrir esa noche. Nada. Me quedé dormida hasta hoy: ese grupo de los lunes se roba la energía. Ahora pienso cómo entrarle a un texto para la presentación de hoy en la noche, igual me quedo dormida sobre el teclado hasta mañana.
Y medito sobre la palabra Musa y los géneros: decir muso es horrible, y un sin sentido. Musa, en lenguaje figurado, es la inspiración, el numen; no solamente provocado por una persona (en algunos diccionarios afirman que lo provoca, exclusivamente, una mujer). Podría decir que la ciudad, los autos, la avaricia, los chocolates, los pozos, etc. son mi Musa. ¿Y cuando es un hombre?: Él es mi musa, tendría que usar una construcción gramatical como ésta. Si voy por la calle y exclamo -hey, ahí va mi musa- los ojillos morbosos buscarían una mujer (las mujeres me caen bien, pero no me provocan bajas pasiones, ja). Me niego a usar muso, mas por cuestiones sonoras que por vigía de la lengua: muso, uso, buzo, puso, tuso. La O final cierra, apresa; la A, de musa, abre, busca, se expande (y eso pretende la inspiración). No faltará quien escriba Mus@, qué, ¿creeran que la @ es un hermafrodita gráfico?
Mejor me voy al Word: si la musa no viene a la montaña, la montaña va la musa.

lunes, agosto 11, 2003



XXIII
Sí, mar, gran mar de delirios dotado,
Piel de pantera y clámide calada
Por tantos, tantos ídolos del sol,
Ebria de carne azul, hidra absoluta,
Que te muerdes la cola refulgente
En un tumulto análogo al silencio

El cementerio marino, Paul Valery (fragmento)

Cerré la persiana, el sol amarilleaba por ahí; temí que la lluvia no regresaría más. Ella sólo estaba agazapada en el horizonte. Llegó: inmensa, envuelta con un vendaval. Tendré que arrojar cuentas de jade en los templos para que no huya. Algún sortilegio ha de estar escrito en las piedras, para atraparla en una urna y liberarla cuando el invierno citadino trae la sequía y su sol blanco atroz; entonces no tendremos que consolarnos con el sonido del agua que corre en las alcantarillas.

domingo, agosto 10, 2003


Kermit, green forever

No he terminado las planas del Lazarillo porque es inevitable detenerse y leer; realmente esta edición comentada está primorosa, hasta glosario tiene. Vendrá mi amigo El Árbol a desayunar, veremos qué invento de desayuno, no ando con ánimos culinarios; será que ahora me da por soñar con aristocracias decadentes y choques de trailers: no es muy inspirador.
En la tarde releí El cementerio marino, creo que me quedé con sed de brisa con la peli de ayer, aunque la brisa del Valéry no es del todo refrescante, sino densamente monumental.
Y sí, la Kermit de aquí arriba nada tiene que ver con el Lazarillo (aunque El Árbol es verde y el cementerio, a ratos, también). Cómo me gusta esa canija rana. En realidad viene a colación por un post que me sirvió de espejo; lo leí hace rato en la guarida del elefante, algo sobre cigarrillos; tampoco Kermit tiene nada que ver con tabaco y paquidermos, pero la dirección sí. Me robé unas líneas:

Mientras sucede, tendré que fumar solo. Y seguir usando de cenicero el platito con el Sagrado Corazón.
¿Ve lo agrio que soy sin usted?

Elefante dixit

sábado, agosto 09, 2003

El día iba en picada: un Gremlin en la máquina, las últimas correcciones pospuestas y el jijo impreso; se hizo tarde, pero huímos al cine aunque regresáramos de noche. Para los simpatizantes de los piratas (La isla del Tesoro, Sandokan, Barba Negra et al) y la leyenda del barco fantasma La maldición del Perla Negra es, y será, la película. Podría hacer una lista de errorcillos; no interesan.
Están los cañones, ruidos metálicos de entrechocar de espadas, persecusiones en altamar, cuevas, Port Royal, los no-muertos, la hermosa Jolly Roger ondeando en el mástil; y la escena de los malditos caminando en el lecho marino (sublime); además el niño Deep haciendo de las suyas.
Por la noche el impreso llegó al cliente, 100% satisfecho; es el último libro que hago este año. Pedí ayuda para mis Golems (con un poco de pena, son malos). Al Lazarillo ni lo he mirado (glup). Total, el saborcito de la diversión y de las palomitas se queda aquí muy cínico.

viernes, agosto 08, 2003


Goya (me lo traje de la Quinta)

Los agostos tienen su sello de caos, de limpieza, de renovación. Por eso tengo mis limpiezas de verano: son proyecciones de una necesidad de orden interior, como si el hecho de ordenar cuartos, cajones o clósets fuera el demo para entender cómo ordenar el interior. Tengo una versión comentada del Lazarillo para formar, no la he tocado: hice lasagna, logré remodelar un cuarto y dediqué un par de horas a mi amiga rax; leí más Deltoro; y ahora, de madrugada, dedico algo a los golems.
Mañana, tempranito, hago ese trabajo, y también tempranito prenderé mi veladora para que entreguen a tiempo una impresión (me trae con un insomnio); y tempranito me traen unas correcciones. Y tratar de esconderme unas horas para ir al cine.
Mientras ordenaba me cayó el veinte de que estoy cansada de robarle horas al sueño para hacer lo que me importa, como si uno mismo fuera su propio personaje secundario. Es hora de darle vuelta a la rueda, pensaré cómo...

jueves, agosto 07, 2003

Ciertas cosas llegan a destiempo, y en su intromisión traen el retorno a esas palabras que arrojamos por ahí. Antonio Deltoro y la gallina que todos llevamos a cuestas:

Gallinas en la Quinta del Sordo
Las gallinas se ríen de noche cuando nadie las ve. ¿De qué se ríen las gallinas? ¿Por qué su risa secreta? Goya las vio reírse en las noches de Aragón. Viejo ya, sordo, pintaba al mundo a través de su risa macabra. Sordo, porque la risa de las gallinas no suena.
Antonio Deltoro

Poco sentido puede tener La Quinta del Sordo si ignoramos que ésta fue el último refugio de Goya, y en cuyas paredes plasmó parte de su obra (las pinturas negras). Existe un sitio, uno de los más hermosos que he visto, donde se lee la historia y se puede entrar a la quinta (virtual) para caminar por ella, ver las paredes, la posición de las pinturas y acercarnos a ellas. Inolvidable (para aquellos que no viajaremos a esos lares):
http://www.artchive.com/galleries/goya/notes.html

miércoles, agosto 06, 2003


vil paté

Muy bien presentados estos pâtés (en francés suena más In), cubiertos con gelatina y su toque de bayas y hierbitas desconocidas (así, moldeados, se llaman terrines). Se me antojaba traer un hígado encebollado, mas si se enfría demerita a la vista; o aceite de hígado de bacalao, pero todo envoltorio plástico merma la sorpresa, sólo viene en botellitas o cápsulas, no, no, de muy mal gusto. Y los patés de marca comercial, imposible, ningún méndigo patrocinador quiso apoyar este post.
Y había por ahí unos hígados frescos y saludables, exhibiendo su vesícula. Muy Out. Ni qué decir de los cirróticos, quedan como coladeras. Me quedo con estos, que además incluyen galletitas saladas.
Sí, a mis futuros comensales les va a encantar. Ya tengo varios en la lista: móndrigos personajes que me hacen emberrinchar a los cuales por estúpida decencia, y no menos estúpido profesionalismo, no los he mandado allá, donde el diablo da tres vueltas.
No hay problema, no les guardo rencor, si hasta los voy a invitar a comerse mi hígado en terrine, y con galletitas saladas (si se portan las hago en forma de caracolitos). Bon appétit...

martes, agosto 05, 2003


Lego con prisa

Pasé todo el día ordenando una madriguera; clasificando qué se queda y qué se va al exterior. Los juguetes grandes son ordenables, pero cuando Legos y Legos se ocultan en cajones, cajas y bolsas (y uno pretende reagruparlos) el día se va entre caritas amarillas y un trapo.
En mi infancia no hubo Lego, existía Exín Castillos con sus piezas color café au lait; y el Tente, de colores primarios. Las piezas eran limitadas, cuadradas o rectangulares, anchas o delgadas, y con suerte llegaban en la cajita una que otra pieza transparente (para hacer una o dos ventanas). El Lego es asombroso: piezas con imán, palancas, circulares, esferas, rótulas, ligas, puertas, rejas, fosforescentes, metálicas, traslúcidas, animales, cabello, manos, cascos, lentes y hasta gorrito de mago.
La mitad del Lego que hay en esta casa lo compré (o lo regalaron) porque es un juguete educativo; la otra mitad creo que la compré para mí: como el Columbia que hace años trajo Papá Nöel (sólo yo podía armarlo), con luces, batería y sonidillos espaciales (aunque en el vacío no existan).
El tiempo pasa y ahora los juguetes ya no son parte central de esta casa; yo me compraría uno que otro (me quedé con las ganas del Darth Vader). No sé por qué siempre gana nuestro juego de ser adultos.

lunes, agosto 04, 2003


agosto

Dentro de las curiosidades de la iconografía medieval, existen diversas representaciones de los 12 meses de nuestro calendario. Algunas son grabados, otras iluminaciones coloridas; unas representan los meses en función de las actividades agrícolas: siembra, cosecha, festivales, pero en casi todas aparece el signo zodiacal (el que inicia o los dos vigentes en un mes). Encontré una serie completa, sólo que en esta el contenido es religioso: los santos del mes, un pasaje de la biblia y la alegoría del paso del tiempo en la imagen de un castillo. Lo curioso es que junto a lo santos convive la representación del signo zodiacal (legado latino); se antoja un trazo de paganismo aunque en ciertos periodos del medioevo diversos mundos espirituales convivían en armonía (el purismo viene después). No entiendo algunos elementos, tendría que comprar un librito que vi por ahí sobre iconografía medieval (claro, cuando tenga el suficiente cinismo económico o me gane la lotería).
Voy a hacer una agenda 2004 con estas iluminaciones, poco a poco, ejemplar único, con pasta dura, papel hecho a mano para el exterior (comprado, no llego a esas monerías) y un lote de papel descontinuado que tengo por aquí (tan hermoso que era); es el tiempo justo para poder robar tiempo al castillo anual.

domingo, agosto 03, 2003

Uno tiene ciertos privilegios. Siempre existe la posibilidad de descubrir un artista que nos asombra. Tenía, en mis favoritos del explorer, páginas con el trabajo del fotógrafo Josef Koudelka. Nunca imaginé que algún día podría ver su trabajo sobre las paredes de el Palacio de las Bellas Artes; y menos todas las salas repletas de fotos. Es un privilegio poder ver el mundo tras los ojos de un fotógrafo así; resulta un acertijo el tratar comprender cómo puede atrapar en un instante tales universos.


Koudelka

La boda: El sábado se extendió hasta el amanecer del domingo, sigo en estado de ensueño. Vi gente bailar disfrazada de vaca, papelitos de colores, vestidos de lentejuelas y ramos voladores. El cielo sabatino se ahorró la lluvia (misma que ha tomado el domingo), nada interfirió en la boda, y pudimos ver un lago artificial iluminado de verde-limón para descubrir que los patos ahí son nocturnos. Tengo la sensación de que el último reducto de la infancia partió hoy a su luna de miel. El matrimoniado es amigo mío desde la infancia, y mi vecino: podía verlo pasar por la ventana, o tocaba la puerta para contarme sus últimas aventuras; muchos días e historias. Siempre ha sido azul, pero ayer irradiaba otro color; los colores se contagian, todavía traigo la diversión en las ojeras.

viernes, agosto 01, 2003

Estoy enfrascada, desde la mañana, en un texto con caracoles. No le encuentro sentido como a muchas cosas que hago. Sólo que ahora evito destruir los párrafos, sólo los pongo a dormir en una carpetita de la mac. Los caracoles son parte de mi infancia, aún los contemplo y en ciertas temporadas tenemos algunos deslizándose en una pecera. Y de fijo tenemos un acuático, de cuerpo color coral. Son pacientes pero certeros; amables pero voraces; frágiles pero regresan siempre con las lluvias. De esa ambivalencia debe emerger el llamado a la fascinación. Para muchos los caracolillos provocan asco, y todavía algunos dicen que su baba produce salpullido: no es cierto. Verlos andar por ahí es sinónimo de tranquilidad; mas una tranquilidad sencilla, sin recovecos.

Tuve que abandonar a los golems, y eso que andan muy dispuestos; salí de casa, calculé cuánta lana me podía gastar y crucé mis deditos para no bañarme con la lluvia. Objetivo: vestidito ad-hoc para la boda. No me había percatado que hace tiempo mi guardarropa se resume a jeans y pantalones negros. Hasta me creo capaz de haber podido llegar al sábado, en la noche, y darme cuenta que no tenía qué ponerme (literal). He tomado una postura de lo más radical, la he llevado al mismo extremo que las monitas Soy Totalmente Palacio; sí, los extremos se tocan. De otro color, pero soy igual de snob.
Antes dedicaba algo de tiempo y clóset al asunto del arreglo personal; ahora ese mundo no existe. Paso demasiado tiempo en un mundo inteligible, y me parece que a ratos volverse terrestre es necesario.
Encontré un vestido simplísimo rojo-quemado-sudario; me paseé por los mostradores de pinturitas; escuche pláticas de mujeres y al final, cuando llegaba, la lluvia me atrapó (está usted bautizada). He incorporado a mi mundo de golems a una mujer que ví, un maniquí de carne y hueso, veremos...