sábado, noviembre 29, 2003

El viernes me la pasé todo el día con rax, ¿de qué se habla todo un día? Depende: puede ser uno el escucha o el dictador de un monólogo; pero en este caso es un diálogo que fluye solo; y lo mejor, puedo hablar libremente y sorprenderme de que termine el día y tenga que correr por la hija y por unos grillos para el geco. Eso me pasa con pocas personas.
En cambio hoy me dediqué al cuasi silencio. Eso cansa. Ni hablar, le tengo verdadera fobia a que alguien me demande ser lo que no soy, sentir lo que no siento o dar la atención que no me nace dar.
Lo admito, mi afecto no es social-demócrata, ni soy perita en dulce, ni la madre Teresa: cuando reparto las rebanadas del pastel a unos les toca la cereza, a otros más merengue; unos comen pastel de ayer, otros bolillo duro (y los hay que mueren de innanición); unos son invitados, otros son de la casa (algunos se quedan para siempre, otros se mudan a otro vecindario).



jueves, noviembre 27, 2003


Remedios Varo


Qué la noche y sus pormenores. Para soñar basta entrelazar ciertos elementos del día, algunos párrafos de nuestras lecturas y las letras desempolvadas de Paint to Black; y por supuesto desvelarse y provocar la vigilia con el murmullo de la impresora de color.
Del salto al vacío, del suicidio, uno de tantos personajes regresó: sentado, en un cuarto gris, las manos sobre la mesa llena de manuscritos. Sé quién es, despierta leí un libro de él. Tome su rostro entre mis manos para verle la mirada: tenía todas las tristezas resumidas, toda la desesperanza, miraba a través de una gran grieta.
Y algo, o alguien susurraba unos versos:
Mi boca sabe a sombra,
mis manos son sombra que se extiende,
mis ojos velados por mi sombra;
en el fondo, la oscuridad es la luz del que se despide.

Y los sueños a veces regalan versos aunque despertemos con la zozobra de no haber dado consuelo al suicida, al autor de las Iluminaciones.

miércoles, noviembre 26, 2003

Alguien debería inventar un codificador para entender lo que se esconde entre líneas; además de integrarle un filtro para decir lo que se debe, lo que se quiere y cuándo el momento se presta para ello.
El reloj, el calendario y el termostato me están ganando la carrera. Toca tarde de impresiones, de jugueteos con una guarda francesa y concretar un golem muy rebelde-sin-causa.
Y uno extrañando cosas:

El diablo

En sus pupilas rielan los siglos
y lo venidero aguarda con gula de silencio.
Él parte, viajero sin osamenta.
No hay cerdos, ni cabras ni pezuñas,
la piel no sangra llamarada.
Tampoco verdea viscoso limo,
la ligereza del miedo no tiene color.

Sobre las ciudades
flores-enjambres de un azul indescriptible.
Abajo, la tierra, sol blanco de sequía.
Abismo,
alguien ha de guardar el secreto.

Él parte, murmullo de las huestes
que olvidaron las formas,
sabor a despeñadero,
arcángel de alas rotas.

martes, noviembre 25, 2003


Lourdes Zolezzi


Para este Día Internacional de la No-Violencia hacia las mujeres y las niñas (y OJO, yo agregaría niños) un cartel de Lourdes Zolezzi (buenísima diseñadora y grata compañía).
Qué dificil evitar sonar pasquinero o evitar frases anquilosadas en nuestra cultura: se deja porque quiere, ¿pues por qué no se sale de ahí?, ella se lo busco por andar enseñando... blablabla; podríamos escribir listas de estas frases que he oído mentar a hombres y mujeres. Pareciera que al enjuiciar olvidamos que el miedo tiene horizontes inconmensurables y la fragilidad es pavorosamente cierta.
En fin, hoy ando pseudo-idealista; basta observar nuestro pequeño núcleo para percatarse que todos (TODOS) alimentamos a los monstruos y que todos podemos transformar el entorno (aunque tarde siglos y siglos y siglos, qué lenta es la civilización).

lunes, noviembre 24, 2003

En los terrenos del Género, las mujeres indígenas poseen un nicho especial. He formado libros sobre el tema, los he leído, y he tenido oportunidad de conocer a ciertos personajes inmersos en el tema. Sin embargo, mientras limpio archivos, trato de definir en qué territorio he colocado a la mujer indígena: debo diseñar una colección. Los interiores no son problema, la tipografía es bondadosa; el problema radica en la portada: nada estrafalario ni tipo revista retro, ni fuegos pirotécnicos de diseñador egocéntrico. Necesito algo que acoja los ensayos, las estadísticas, los puntos de vista, la lucha velada y que NO remita a la artesanía (la asociación más gastada y a la que se oponen ciertos círculos).
Qué jodido percatarse que no sé nombrar a una mujer indígena. Qué jodido saberse tan distante y que mi lejanía es la de muchos.

domingo, noviembre 23, 2003



...Basilisa, La Hermosa, muñequita mágica bajo el regazo y con linterna modelo calavera 214 en alto, se acerca a la isba de Yaga (bruja de brujas)...
Estos cuentos rusos son únicos y sus ilustraciones son mosaico de toda una cultura; siempre espero toparme con más libros de estos en alguna librería de dueño; supongo que sus dueños los atesoran de la misma manera que yo lo hago. Son mis pedacitos más entrañables de la infancia. Basilisa tiene la culpa de muchas de mis adicciones (y mis fugas).
Ayer releí uno de los libros; hoy limpio archivos. Este cuarto quedó a la medida. No importa qué haga, no quiero salir de aquí (faltan detalles, necesito una planta y un minibar).
...¡Abejarucos, gorriones y palomas, acudid sin dilación, salvad a Basilisa de la perdición!... (muñequita dixit).

sábado, noviembre 22, 2003

Nombrar. A ratos creo que nombrar es invocar, creencia fantasiosa (acaso todas lo son) por donde circulan dragones, magos, o cualquier abalorio que se antoje guardián de ancestrales secretos.
El viernes estuvo sabroso, me parece que nuestra pequeña cofradía es de un armonioso mágico (o yo la vivo así). A cierta hora nombré a un personaje de mi núcleo familiar, uno que está perdido en extraños limbos. Hoy en la mañana tocaron la puerta, supuse que era Benjamín con las correcciones de la revista. No. Era el Invocado. Desayunamos, me platicó sobre una pulquería (El templo de Diana), sobre curiosas teorías del no-nacido (juar-juar) y de los rincones que visita en la ciudad (que toda ella es su casa, su guarida y su hogar).
Más tarde, la revista quedó lista entre la neurosis de meter las correcciones y la de vigilar las manitas del Invocado tan adictas a las cosas ajenas.
Todo esto sólo por la mañana.
Ahora a lavar y guardar los vestigios de los mundos compartidos.

viernes, noviembre 21, 2003

En el sagrado arte de la repostería cualquier error de cálculo resulta garrafal; es una alquimia de ingredientes y cualquier aprendiz puede desatar la furia del azúcar.
Nunca había horneado algo en la mañana, la cocina siempre aguarda por las tardes. Hoy que vienen comer los amigos me aventuré a cocinar todo el mismo día. Inicié con el panqué de plátano, receta de la casa. Y por primera vez en su platanesca historia he arruinado su apariencia: se rompió, una decena de trozos dorados yacen en el platón.
En definitiva, por las mañanas soy border; utilicé los moldes equivocados (los que uso para el fruit-cake). En otras épocas hubiese tirado todo (y presta iría a comprar un postre per-fec-to); ahora no, las presentaciones cuentan pero la esencia es primero.
Móndrigo san Plátano, dónde estás cuando te necesito:


(y san Plátano se limita a reir cínicamente)

miércoles, noviembre 19, 2003


Ex-libris de un doctor (impreso en un libro de medicina, por supuesto)

Ahora uso la impresora de color para las planas, la otra se quedó sin tonner por primera vez; y por primera vez descubrimos que ese modelo es carísimo y que sólo un proyecto regular podrá costearnos el remplazo. La de color es más lenta, así que no puedo usar la máquina mientras imprimo pero sí puedo leer libritos.
Ayer elegí releer Gaspar de la noche, la edición nueva (en estos libreros), con sus hermosos grabados. Y por releer Gaspar me gané el insomnio y un sueño barroquísimo gracias a su salamandra: nuestro geco se escapaba en una casa de tres patios, llena de herrumbre, balcones gastados, segundos pisos a punto del colapso, muros llenos de jaulas vetustas y vacías; y mi hija y yo buscábamos al móndrigo geco en cada grieta, en cada textura (sabíamos acerca de su camuflaje). La casa se volvía cada vez más sombría. Resultó que el geco poseía la esencia de las cosas y al estar perdido todas ellas se diluían.
Al final comenzó a nevar (todo estaba perdido); cada copo tenía la forma de una calavera, el sueño se tiñó de blanco.
Y aquí, en la realidad, se acabaron los grillos. Ojalá geco-salamandra no se enoje y nos borre a todos con su mirada de canicas.

martes, noviembre 18, 2003

Según datos anónimos, hoy es el cumple de Brayan (el de los masajes XXX) ¡Joyeux anniversaire, Brayan!

Pues no, creo que nunca había escuchado, leído o imaginado esa pregunta: ¿qué postre sería yo? (clama Sandrágoras en el tag).
Bajo la remota suposición de que mi caracter es dulcísimo, y de la certeza de que es inestable, la elección se bifurca:
1. En los días de acción, jocosidad, dudoso optimismo, creatividad desbordante (y sin dirección) elijo ser un flan de queso, empalagoso, perfectamente cubierto de caramelo ambarino (nunca oscuro, la azúcar quemada amarga, y el caramelo DEBE ser ambarino). Sencillo, brillante, y de fácil deglución.
2. Para los días en que las sombras caminan conmigo, donde el negro se acomoda y mi patetismo natural lo colorea todo la elección es Muerte por chocolate: un laborioso pastel que reúne 4 recetas en una, se necesitan casi dos kilos y medio de chocolate y horas para su confección. Comer una rebanada es un placer inmenso; comer dos; un pecado dantesco; comer tres, el más dulce de los suicidios.
Y para los días menos radicales (que siempre hay enmedios) me conformo con cualquier malvavisco o dulce de grenetina (pero de figuritas).

lunes, noviembre 17, 2003

Jamás pensé que metamorfosearse en masa de pan fuera tan reconfortante. Al fin fui por mi masaje (intercambio de una lectura); una maravilla: en calidad de ungido de perdida religión (léase embetunada con aceite de lavanda) me han amasado hasta el hartazgo. Ahora floto. Es curioso cómo uno no se percata de todos los dolores que tiene hasta que alguien apachurra la carne. Pregúntome si pronto levaré y al meterme al horno saldré con aroma de pan recién horneado (me agregaré unas chispas de chocolate, pues).
Muy atinado, esta semana tocan horas-máquina que me dejan como garabato. Ojalá esta ligereza dure muchos, muchos días.
A mi llavero llegó un nuevo inquilino (la figurita de El Loco) y de regreso a casa, mientras el Metro se quedó en semi-tinieblas, hojeé un libro que me prestaron (lo cuido y lo devuelvo). Promete:

Remueve
la mantequilla
y verás
inconscientemente
surgir
los movimientos de la vaca.
Malcolm de Chazal

domingo, noviembre 16, 2003

Feliz cumpleaños al amo y señor de los parásitos

La hija es una tortuguita en la compu, lo cyber no se le da; le capturé su trabajo de geología y preparé las fotos que su father tomó con una cámara digital (una maravilla, ¡quiero una!). El viernes fueron al Museo de Geología, al mismo que yo iba con mi papá para compartir una de tantas coincidencias: rocas. Aún quedan en esta casa muchos fragmentos de cierta colección. En todos los cuartos se puede uno topar con alguna piedrita, todos empedramos la casa de alguna manera.
En ese museo tienen un mamut. Los mamuts me dan ternura infinita sobretodo cuando son de hueso

Ver a este, nuevamente, digitalizado ha matizado un domingo de quehaceres aglutinados y de llamadas gratas.
Asoma una semana movidita. Me voy a freír milanesas en lo que se imprime el trabajo de la altísima hija.

viernes, noviembre 14, 2003


Inolvidable Magritte para cerrar la semana

Aunque termina la semana, inicia la parte II del arreglo de la última revolución libreril; imagino será accidentada pues parece que tendremos sábado familiar (pastel y velitas). Además descubrí un paquetito en la mesa (corrección pendiente), una pila de ropa sucia que alguien (o sea yo) olvidó poner a danzar en la lavadora; amén de un par de cosillas que prometí.
Pero hoy viernes ya tuve un desayuno-break (hasta breve mensaje de tierras lejanas).
Ahora que recuerdo todos pedimos el mismo platillo, salvo por la presentación de los huevos (que no los huevos de grenetina que asustaron a Alberto, regalo de Sandrágoras). Una mesa acompasada con sus justas diferencias, con todo y oso-hormiguero de Rax.

jueves, noviembre 13, 2003

...Zumm. Día de reciclar sobritas y pollo rostizado. Desde ayer pareciera que han pasado dos días y que no me he visto en un espejo. Me detengo mientras unos coditos suben y bajan en agua hirviendo.
Estuve con Fede Corral, parece que el año próximo podremos cerrar la colección de poesía como el dios de abajo manda. Llegaremos al número 20 y se acabó. Ah, esa méndiga colección llena de ácidos y dulces, de expectativas y de grietas. Pero hecha está.
Y otro proyecto, que parecía detenido ad infinitum, encontrará su destino hoy por la tarde (velita encendida).
Qué necios somos. Nos reímos de nuestra necedad. Esa frase que tecleó Zerk tiene lo suyo: la poesía es una sirena que danza con la muerte, a punto de ahogarse, allá abajo, acá arriba; flirteando, hechizando pa estrellarnos.
Más valdría poner una rosticería, platicar con los pollos sobre su flamígero martirio y observar fascinados sus pieles doradas. (Seguro Corral les tatuaría versitos en la rabadilla). Somos quijotitos de paja.

pd: pa que se antoje Lautréamont y no sólo las patas de pollo: MALDOROR

miércoles, noviembre 12, 2003


La estrella (tarot de Marsella Jodorowsky&Camoin)


Mencionó Bernardo a Jodorowsky. Cierto, Jodorowsky participó en un trabajo de restauración del Tarot de Marsella original junto con la casa Camoin (impresores de abolengo de este tarot). Mi arqui-hermana vive en Marsella y en una de sus visitas me trajo el susodicho tarot como regalo. Es impecable.

Qué sueño, desperté a las 3 de la mañana y después sólo pude dormitar; soñaba que había bichitos en la cama, bichitos microscópicos que provocaban comezón. Me dediqué a deambular, ya despierta, rascándome piernas, cuello, brazos (y seso). El bichito en el seso era algo que me dijo Rax, que además de escribir sobre cuchillos puede ser muy certera con sus observaciones.
Y con sueño he tratado de ordenar mails pendientes, contestarlos; algunos de trabajos que ojalá terminen de cuajar, otros familiares. Releía unos apuntes para esta tarde y sin previo aviso uno de mis golems se puso a hablar. He abandonado a esos pequeños, tal vez porque dejé de creer en las palabras o por desidia o por sabotaje. No importa qué camino se toma, al final asumirse es vital.

martes, noviembre 11, 2003


Y este es un buen día para los ángeles de Chagall. Sea.

Uno escala, nuevamente, las paredes del pozo; debe salir, quien se queda abajo termina carcomido por el agua. Siempre regresamos, para algunos el llamado de los ahogados es inevitable.
A veces resulta dulce cómo los eventos se entrelazan. Ayer regresé tarde a casa después de una clase de tarot (para mí muy disfrutable); hoy salí tempranísimo (una mañana también disfrutable). Mañana saldré nuevamente a juguetear con los Arcanos.
Hoy es el cumpleaños del hijo, 10 años, él es el pequeño (era) y pareciera que su cumpleaños es el mío: a la que se le mueve el piso es a mí, la que cuestiona los sinsentidos soy yo; pero también recibo obsequios. Ricardo (el tarotmaster y duende-amigo) me regaló un tarot con ilustraciones semejantes a esos libros de infancia que guardaban mundos fantásticos, personajes que materializábamos y significados que perdimos con la edad. Con Ricardo el mundo tiene esas tonalidades y esos trazos (cuando no peleamos); a él le debo esta pequeña adicción por las cartas y lo que ellas, a través de las imágenes, nos susurran cuando estamos dispuestos.

lunes, noviembre 10, 2003

El viernes me sentaba junto a la ventana, ahora estoy frente a ella. El cuarto se ha transformado (aún está e transformación). Dedicamos horas y horas a sacar libros, meter libros, agujerear paredes y redescubrir qué diablos había en esas cajas. Resultó que el partner tenía más cosas de las que decía: hay libros curiosos, lo que faltaba de ciertas secuencias existentes, una edición de Gaspar de la noche con grabados (la mía es simplísima), un libro de ilustraciones entrañables, uno de Chagall con cuadros que no conocía (uf, ¿cuántos pintó?), el del Mago de Oz, un facsímil de Villaurrutia, otro de Panero...
El partner fue un alguien que yo no conocí, posee un camino hollado que seguramente yo no recorreré; ni afirmaré, pasados los años, ciertas cosas (creo); tampoco escucharé su música, ni repetiré los versos que él repite.
Ninguno de los dos se diluye en el otro, tenemos territorios distantes, altos bastiones y espectros íntimos.
Somos agua y aceite que no sueñan mezclas inexistentes; nos basta esa línea donde ambos elementos se tocan, conteniéndose, sosteniéndose; un saber que el otro está.

viernes, noviembre 07, 2003


mmm... me enviaron estos bichitos pa aligerar el ambiente. Cool.

Maldición, se acabaron los cigarrillos; me fumé mi dotación en la madrugada. Noche de malos recuerdos reincidentes. Nunca he entendido qué los invoca, qué los trae de regreso, de allá, de su gris-gris-gris pasado. Son dolores profundos, que no esos pequeños moretones que sanan con cualquier cosa. No. Es ese dolor que escurre por la traquea, ese sabor ácido como limón fermentado, la sensación de que el aire no basta, las vísceras replegadas y el deseo de quedarse dormido para no estar. Esos no-olvido tienen gravedad propia, nos jalan, abajo, donde el dominio de la autodestrucción es un mar negrísimo, ya conocido, ya visitado; y nunca será ese Leteo anhelado que borre la memoria para cerrar la puerta a esos rostros que no cesan.

jueves, noviembre 06, 2003

El aire, entre los árboles, roba hilitos de clorofila para teñir su voz de verde. Hojas las palabras que caen sobre los días; hojas prisioneras en algún libro para que el tiempo las preserve desecadas, frágiles, crujientes. En el herbolario, nuestras hojas y las hojas de otros guardan el secreto de la savia casi intacto.

Debería tener un parque frente a la casa, con veredas de adoquines impregnados de humedad, árboles altísimos, saturado de verdes armando una filigrana que impida ver casa y edificios; que por un momento oculte el horizonte aprisionante de la ciudad. Tomaría el café ahí sentada y, eventualmente invitaría a alguien. No a cualquiera. Son pocos, escasos, aquellos que recibirían invitación escrita sobre pergamino, con tinta verde, lazo verde, y una flor prensada a modo de firma .

miércoles, noviembre 05, 2003


otro de André Rouillard
(dedicado al que me llamó cuando comía papitas)

Noche de insomnio. Horas de transporte. Al final el evento de Perspectivas Femeninas fue gratísimo; un par de horas para escuchar otras voces, cambiar de horizonte (Lomas Verdes es otra ciudad); la sede es un lugar agradable (si Fortuna quiere, regresaré algún día). La editorial llevó libros, todos se vendieron. Queda el deseo de que otras (todas eran mujeres) tomen la pluma y hagan lo suyo.
No creo en la literatura de género, el arte siempre será universal; no creo en la igualdad, sí en la diferencia equilibrada (tolerancia). No creo en milagritos, toda transformación es paulatina. Siglos y siglos de estructuras determinadas (rígidas y anacrónicas) no cambiarán en una generación pero nos resta mantener en movimiento los engranes y no permitir que nada ni nadie de vuelta atrás.
Dolores tenía razón, todo se aquieta y esta tarde he dormido como lirón. Ahora lo que sigue...

martes, noviembre 04, 2003


André Rouillard


Encontré al tal Rouillard en un librito que me regaló, justamente, el árbol. Nuestra esfera de aprehensión es mínima, lo que nos hace eternos descubridores. Claro, a veces pequeños exploradores sin mapa, ni brújula.
La casa sigue disfrazada de barricada, no encuentro el hilo de la dichosa ponencia, ya me tomé mis pastillitas mágicas para la espalda, ya perdí tiempo productivo (ja) leyendo al Owen. Comienzo a sentirme apanicada. Mejor salgo un rato, quien quita y la estúpida ponencia está tirada en alguna esquina.

Es ya el cielo. O la noche. O el mar que me reclama
con la voz de mis ríos aún temblando en su trueno,
sus mármoles yacentes hechos carne en la arena,
y el hombre de la luna con la foca del circo,
y vicios de mejillas pintadas en los puertos,
y el horizonte tierno, siempre niño y eterno.
Si he de vivir, que sea sin timón y en delirio.
Gilberto Owen

lunes, noviembre 03, 2003

Necesito dos interruptores nuevos: uno para mi cuarto y otro para hablar de Género. Cómo switchear de Maldoror al relato autobiográfico, cómo modular la voz que insiste en sus artilugios fuego-aire para hablar de temas concretos.
Acepté hablar en público el miércoles, lejísimos y temprano, sobre el relato autobiográfico y su valía en el asunto del Género. No es que levante la mano gustosa para padecer dolor de estómago (odio hablar en público) pero me queda ese diminuta evanescencia de que todo puede transformarse, de manera cansina y a ratos casi imperceptible.
El contacto más humano lo he tenido en mis talleres de autobiografía; a ratos me asustan, me aturden aunque vuelvo a reincidir.
Regreso al word. Mmm, tengo que quitar las ofrendas. Y deshacerme de Maldoror:

¡Se aleja!? ¡Se aleja!? Pero una masa informe lo persigue encarnizadamente, siguiendo sus huellas en medio del polvo. Solamente un joven, sumido en ensueños en medio de esos personajes de piedra, parecía conmoverse con el infortunio. No se atreve a elevar la voz a favor del niño, que cree poder alcanzarlos con sus piernecillas doloridas, pues los otros hombres le lanzan miradas despectivas y autoritarias, y sabe que nada puede hacer contra todos.
Los cantos de Maldoror, Conde de Lautréamont (Canto segundo, estrofa 4).

domingo, noviembre 02, 2003

Creo que ayer, en alguna corniza del Centro, dejé el sentido de las palabras; se quedó mirando el gentío algo aturdido por tanto copal. Hasta hoy no había regresado. Un sábado larguísimo de calle, festividad y los niños con sus laberintos y sus altos contrastes.
Y los archivos detenidos; ayer estuve a punto de tirar uno al basurero virtual: "el sentido se ha ido de paseo, el muy ingrato, el muy pendón". Y mejor huí a tomar capuchino casero y cerditos de piloncillo, a enredarme en los colores de los muros y en el siseo del papel que pende del techo.
El sentido regresó por la coladera, con su alegoría de fluidez. Lo trajo de vuelta arrullo-de-pelo, un animalillo que vive en las tuberías. Y cada palabra recobra su esencia: caño, tufo, aprieto, grasa, pelo, calma, silla, enciendo.