domingo, julio 20, 2003

Más tierra, aunque ella no es tan estable como quisiéramos. Ayer una llovizna de ceniza empanizó todo; carros, árboles, adoquines rebozados listos para la fritura. La ceniza es tersa pero abrasiva, y escurridiza; polveó la cara de los muebles, de mis tacitas chinas, se dio vuelo en mis pulmones donde jugueteó con la nicotina. Hoy sacaré los limpiadores de colores eléctricos porque eso de poder patinar en los pisos (también es resbaladiza) agota.
Las cenizas evocan las incineraciones, las que están ocultas pues aún tienen un fuego que quema; otras más distantes pero que sabemos son fuego de gente querida. Este fin dos personas, lejos de el horizonte del Popo, se fueron, y me dejaron a un amigo muy maltrecho. Nada se puede cuando la tierra y los hombres exhalan...

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