Curioso. Basta materializar algo para que todo lo demás se materialize: dediqué toda la mañana a controlar una inundación. La colina, por un momento, fue aljibe. Claro que las aguas eran una mezcla de espuma de detergente, trozos de dios-sabe-qué, cabellos de todos los vecinos y esa grasa nocturna que se acumula en las tuberías. Las colinas no pueden ser alibes, ni madres, y aquí no hay pulpos de terciopelo para controlar el oleaje del pasillo.
Pero, ya quedó. Las tuberías ya quedaron tan ligeritas como antes y mi monedero, igual, anda ligerito. Eso en lo que se refiere a los mundos acuáticos. Otras cosas se materializan. Basto materializar unos versos de Navarrete para toparme con algunos ejemplares del poemario. Y todavía mejor. El tarot-master me trajo otros libros (entre los dos tenemos, creo, todos; ahora nomás debo ir a su librero pa apañarlos). No sé. Tengo esta obsesión con el autor, yo se lo gano al olvido. Aunque el olvido, en venganza (tan celoso él) me tape las cañerías pa ahogarme.
pd: gracias por visitar y ser inicio. Sigan la ramificación.
miércoles, julio 21, 2004
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