El viernes me la pasé todo el día con rax, ¿de qué se habla todo un día? Depende: puede ser uno el escucha o el dictador de un monólogo; pero en este caso es un diálogo que fluye solo; y lo mejor, puedo hablar libremente y sorprenderme de que termine el día y tenga que correr por la hija y por unos grillos para el geco. Eso me pasa con pocas personas.
En cambio hoy me dediqué al cuasi silencio. Eso cansa. Ni hablar, le tengo verdadera fobia a que alguien me demande ser lo que no soy, sentir lo que no siento o dar la atención que no me nace dar.
Lo admito, mi afecto no es social-demócrata, ni soy perita en dulce, ni la madre Teresa: cuando reparto las rebanadas del pastel a unos les toca la cereza, a otros más merengue; unos comen pastel de ayer, otros bolillo duro (y los hay que mueren de innanición); unos son invitados, otros son de la casa (algunos se quedan para siempre, otros se mudan a otro vecindario).
sábado, noviembre 29, 2003
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