Los agostos tienen su sello de caos, de limpieza, de renovación. Por eso tengo mis limpiezas de verano: son proyecciones de una necesidad de orden interior, como si el hecho de ordenar cuartos, cajones o clósets fuera el demo para entender cómo ordenar el interior. Tengo una versión comentada del Lazarillo para formar, no la he tocado: hice lasagna, logré remodelar un cuarto y dediqué un par de horas a mi amiga rax; leí más Deltoro; y ahora, de madrugada, dedico algo a los golems.
Mañana, tempranito, hago ese trabajo, y también tempranito prenderé mi veladora para que entreguen a tiempo una impresión (me trae con un insomnio); y tempranito me traen unas correcciones. Y tratar de esconderme unas horas para ir al cine.
Mientras ordenaba me cayó el veinte de que estoy cansada de robarle horas al sueño para hacer lo que me importa, como si uno mismo fuera su propio personaje secundario. Es hora de darle vuelta a la rueda, pensaré cómo...
viernes, agosto 08, 2003
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