jueves, junio 24, 2004

Aviso: Ojitos castos y/o adoradores de la vela perpetua, abstenerse del inciso 2.

1. Llueve. Y lloverá. Al fin los ahogados podrán reclamar su territorio. Sólo queda un pendiente. Así que inicio la cueta regresiva al 5 de julio. Si no pongo una fecha límite nunca aterrizaré el azulesco proyecto. Y no puedo trabajar sin adrenalina, sin ese saborcito amargo (como a café requemado) de que el tiempo es ingrato.

2. Ayer conocí al más imbécil de la comarca. Toda comarca posee su mayor exponente en imbecilidad. STOP. Corrijo, pues la palabra imbécil puede confundirse con loco, y la locura tiene sus guiños entrañables. Entonces: Ayer conocí al más pendejo de la comarca. Toda comarca posee su mayor exponente en pendejez. Más que hablar escupía, qué digo, eructaba pendejeces pero con ese dejo de arrogancia y de sabelotodo-soy-un-chingón que sólo un pendejo iniciado es capaz de reproducir. El típico pendejillo (pa que se endulce la palabreja) que juega a ser poeta maldito, o subversivo, acá, muy salsa de habanero: wow, soy rebelde, soy gruexo. No. Eres un clown sin trajecito.Eres un pendejo.
Qué suerte pasar de los 35 (o sea yo) y haberme soplado años de UBICATEX que me ha tocado. STOP. Corrijo. La pendejez nada tiene que ver con la edad: "el que pendejo nace, pendejo entrega su calavera" (tomado de Aforismos Plataneros o cómo llegar al Nirvana sin resbalar en el intento). Pero sí es como punto de gangrena: se expande, se oscurece y mata todo lo que toca. Y no se cura, jamás, jamás, jamás...

3. Qué bonito el blog, tan terapéutico. Uf, ya me siento mejor. Escribiré mi artículo sobre los ángeles. Haré la clausura oficial de un libro, y pelearé con mi escaner para que todos coman Becerra en línea. Ja, el verano recorre las islas (chiste patético y local).

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