Necesito ir al mercado, o a alguna recaudería (si acaso queda alguna en esta ciudad de súpers). Compraré un manojo de epazote, otro de perejil ¿o de manzanilla? No sé. Mejor compro un manojo de cada hierba o verdor que tengan disponible para echarlos al brasero (glup, también debo comprar un brasero), prenderles fuego y sahumar el aljibe. Está embrujado. ¿Alucino? No, ni madres. Cada vez que decido sumergirme aquí algo pasa y termino encabritada. Creo que hoy mi espíritu de warrior princess se pasó de listo, he dicho cosas jodidas a alguien.
De entre los manojos verdes buscaré dos lechugas para hacer una infusión que verteré en un vitrolero: me guardaré ahí y saldré hasta que esté bien remojada, arrugada como pasita y completamente apaciguada.
jueves, junio 17, 2004
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