miércoles, mayo 12, 2004


Richard Ferguson


No, todavía no llega la wafflera y creo que lo que le da sentido a desear un electrodoméstico va más allá de su valor práctico o superficial (como lo es tener una wafflera).
Deseo, deseo muchas cosas. Porque desear es lo que mueve y no el ver cumplido el deseo. Y podría enlistar, con aire de pedantería, que deseo las obras completas de Tralk (400 pesitos); y perderme en un castillo medieval; y ver una exposición de Chagall; además de aprender italiano para leer, nuevamente (aire más pedante), La Divina Comedia.
Nada. Hoy deseo una wafflera. Para tener un waffle. Que en algo tan sencillo, cuadriculado, oloroso a pan recién hecho, con las celdas resplandecientes de maple y escurriendo mantequilla por doquier encuentro más sentido, hoy, que en todo lo que hice, hago y haré.
¡Mi reino por un waffle!
(aunque no hay reino, puras ruinas cotidianas).

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