Ahora que vuelvo a ver al escarabajo en su cuevita (de grato ilustrador) recordé que el primer cuento que intenté hacer fue el de un escarabajo: con su dejo a lo Byron (que en ese momento jamás había leído), una luna de plata, un lago enorme; en resumen, un cuento de un escarabajo iluso (por no decir obtuso), depresivo y suicida (claro, en esos días esa palabreja no estaba en mi léxico).
Y uno cree que el tiempo lo modifica todo; mas sólo en apariencia (la puritita fachada), en esencia somos el mismo escarabajo que se hizo a la mar (al lago) para ver a la luna, lunera, cascabelera.
Pobrecillo escarabajo, quería ser de plata y resultó de carne y hueso como yo .
pd: hace unos días descubrí en Frontera Pop un lugar para adoptar fetos, un curioso divertimento.
jueves, enero 15, 2004
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