Salirse un rato de esta cueva no está nada mal, olvidarse del monitor, de las letras en el teclado e ignorar ese leve calambre, permanente que tengo en los omóplatos (no sé, no sé, igual pronto tendré alas y seré una quimera arrojando pasquines aéreos).
Y nada, que la operación del árbol-que-abriga se pospone hasta el lunes; el hospital estaba a reventar, tal vez el martes 13 sí es maligno y tiene tratos oscuros con la sábana blanca de hospital invierno.
Mmm, el café está listo. Acompañado de un Carlos V, y algo de humo, marca la pauta para seguir el trabajo (sabrosamente arduo).
miércoles, enero 14, 2004
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