En realidad será posible tener tal empatía por alguien que podamos sentir lo que el otro siente, o vivir (bajo otra apariencia) lo que el vive, así, a distancia. O será algún miedo interno --de esos que se agazapan en el rincón más oculto-- que emite su silbido y nos fragmenta anímicamente. O será algún virus vivo-en-el-frío que quiere apañar el campo de batalla pero el ejército de este cuerpo --y sus glóbulo-partisanos-- no lo dejan.
O es esa empatía que la cordura disfraza de lo que se le antoja.
Desde la tarde de ayer sigo con este cansancio de brazos largos y el trabajo se hincha como una gran balón...
martes, enero 20, 2004
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