La Casa Tomada ya no lo es. Ya se fue la arquihermana. Siempre me da tristecilla que la casa regrese a su orden habitual, es como cerrar un paréntesis que abrimos libremente.
Afuera empieza el chipi-chipi de estas tardes de septiembre; por suerte este viernes no me toca ir a Polanco. No tengo ganas de mojarme ni de andar en el metro ni de bajar de la colina. Paso mañana, a modo de escala, antes de aterrizar en el Museo de Antropología.
Se vienen días moviditos. Todo lo que pospuse toma su turno. Necesito un mayordomo que me ordene la agenda y me sirva un Baileys con hielitos.
viernes, septiembre 10, 2004
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