Desearía que esos símiles, metáforas y/o alegorías que aplicamos en nuestro andar se materializaran, que su textualidad no fuera sólo error de apreciación o pobreza de visión. Así, cuando alguien dijera: "es hora de doblar la esquina" "súbete al tranvía" "cámbiate de carril" "cruza el umbral" de pronto estuviésemos en esa esquina, en esa estación, en esa autopista, frente a ese portón.
Y no es así. Luego es tan fácil perderse o andar a la deriva, por días, por meses y a veces por años. Y sólo a posteriori comprobamos si dimos ese paso o nos quedamos estancados en nosotros mismos. Y es que más allá de la figura retórica, que es una tramposa jaula de oro, la realidad es una sucesión de eventos --los más imperceptibles o aparentemente nimios-- que no logramos identificar del todo hasta que el resultado es inevitable.
Y enfin, que a ratos creo ver el portón --y hasta percibo el peso de una llave en el bolso izquierdo, o derecho, es igual--, pero se esfuma, o juego a que se esfuma; o sólo lo invento y seguiré en el mismo cuarto.
lunes, agosto 30, 2004
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