Ayer montamos nuestro escenario decembrino: un árbol. Hoy la casa amaneció témpano, pero con aroma a pino; el hijo dirigió la operación cuando regresó a casa (cuando algo lo emociona se vuelve narrador). Peleé con las luces, cada año hay que repararlas, con paciencia, amorosamente (al final basta sacudirlas con un ¡prende, jija! y obedientes, prenden).
Una de las series tiene casi mi edad; las típicas luces con forma de estrella. Las moradas que tornasoleaban me hipnotizaban, con su color impreciso, indescifrable; aún me hipnotizan aunque ahora lo indescifrable vive en otros territorios, lejos de esos trocitos dulces de infancia.
Nocturnos de la ventana (fragmento)
F. G. Lorca
Al estanque se le ha muerto
hoy una niña de agua.
Está fuera del estanque,
sobre el suelo amortajada.
De la cabeza a sus muslos
un pez la cruza, llamándola.
El viento le dice "niña",
mas no puede despertarla.
El estanque tiene suelta
su cabellera de algas
y al aire sus grises tetas
estremecidas de ranas.
Dios te salve. Rezaremos
a Nuestra Señora de Agua
por la niña del estanque
muerta bajo las manzanas.
Yo luego pondré a su lado
dos pequeñas calabazas
para que se tenga a flote,
¡ay!, sobre la mar salada.
lunes, diciembre 08, 2003
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario