miércoles, diciembre 17, 2003

¡Oh, sí! siempre me quejo de no haber desayunado porque aquí nadie prepara el desayuno (léase nadie=yo). Puedo comer sola, cenar sola, pero el desayuno no es ermitaño. Si desayunara solita me quedaría dormida sobre el cereal, quemaría el pan o vería ojos en los chilaquiles. Por ello me limito a tomar café y algún yogurt-veloz. No así cuando el desayuno es en compañía. Hoy tocó descubrir, junto al tarot-master, que el restaurante oaxaqueño abre en las mañanas. El café junto a ciertos personajes es más aromático. Las vacaciones han llegado, la actividad se paraliza (la mía) y es hora de planear qué hacer con este cacho de diciembre (uf).
Para los cafeteros de corazón existe este sitio donde un tal Todd Zapoli colorea objetos inanimados:



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