Me vibra este final de año: llueve, no chispea, LLUEVE. El pseudoclima de esta ciudad es irreverente; teóricamente la lluvia se fue hace tiempo para dejar su sitio al invierno reseco. Las urbes desconocen las teorías.
Aquí en la colina todo el polvo se esta yendo por las coladeras, y está esa luz cobriza reesbalando por los muros. Mis cubetas son invocadoras.
El pequeño ahuizotl se apiadó de nuestros pergamínicos espíritus y nos mandó una nube desde esos territorios acuáticos que sólo él conoce, ahí donde el canto de los ahogados es nana eterna.
martes, diciembre 30, 2003
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