La adrenalina ha vuelto, ella tan informe y radiante como gotita de mercurio. Bastó con conseguir algún material para que el trabajo tocara a la puerta nuevamente (no entiendo ese afán de llegar en montón, pero bueno). Me llamó un corrector con el que trabajé varios años (cuando tenía hora de entrada, de salida, de comida, hijo en guardería, cocinada en las tardes, uf, tanta energía); ahora está en Tlaxcala, y de allá vendrán los textos, toda una revista.
Esa tranquilidad laboral no sirve del todo; hoy me desperté con un dolorcito profundo, me negué a bajar de la colina. Hay personas que tienen mayor influencia que otras, y sus juicios y valores pesan sobre nuestros días: en resumen, tienen poder sobre nosotros.
He elegido distanciarme de alguien (ahora ya no podrán decirme profesora); sus palabras me hieren sin él darse cuenta; y en esta vida no me toca ser masoquista (I hope). Y esa distancia presentida me duele, me entristece más de lo esperado.
Es mejor recoger nuestros fragmentos antes de que no quede ni uno solo.
A trabajar. Pronóstico: horas y horas frente a este monitor.
jueves, octubre 23, 2003
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