En el camino dejamos cosas pendientes, por desidia, por temor, por vil decepción. Toma años reconocer que uno no es único y exclusivo, que existen otros a nuestra imagen y semejanza (aunque no seamos pequeños dioses). Y ese otros no es una multitud, pero bastan para materializar el sentido de nuestros deseos internos. Los otros nos ofrecen nuevos horizontes y despiertan nuestro andar explorador que hibernaba en el recuerdo.
Ahora en la agenda hay un par de cosas extras sin esa etiqueta de sólo-para-comer (sino con aquella de quiero-creo-a huève).
El día tiene color de Saint-John Perse:
Nunca hemos mordido el limón verde del Africa, ni hemos frecuentado el claro ámbar fósil engastado de alas de efémaros; pero allí vivimos, desnudos, donde la carne misma no es ya carne y el fuego mismo no es ya fuego --incluso con la savia resplandeciente y la simiente más preciosa: n todo este limbo de alba verde, como una sola y vasta hoja luminosa infundida de alba...
lunes, febrero 09, 2004
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