Ayer fui al mercado ya citado, rapidamente, sin esa predisposición a la saudade; por la tarde me prendió ese bicho que se niega irse, pero que también se niega a mandarme a la cama para que esté autorizado no hacer nada y seguir con la lectura de Pequeño-Grande-Pequeño. Será que no puedo enfermarme con visitas en casa: mañana se van a Acapulco e imagino que regresarán unos días de la próxima semana antes de su partida.
Será que no me enfermo por andar de contenida, tengo pretexto para no terminar lo que empecé la semana pasada; dos pretextos, hoy formo la revista.
Otra vez me pospongo, mi cobardía es una vieja conocida.
martes, septiembre 02, 2003
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