El día se me ha ido en corregir frenéticamente un texto; el cliente se asombrará ante la rápida respuesta. La actividad sólo es un pretexto para ocultarme. Entre palabra y palabra me he dedicado a recoger mis fragmentos. Uno tiene la culpa, por ponerse a tiro; no importa conocer el camino andado, siempre tropiezas con la misma piedra (de ahí el geológico dicho). Cuando el personaje es secundario el suceso no pasa de ser una manchita en el vidrio; pero si tiene un papel principal, el ventanal se viene abajo: tanto estruendo duele. Enfin. Todo pasa.
Soy el emperador del otoño
el emperador de la nada
emperador del poema
que se agita como un abanico
sobre la nada
Leopoldo María Panero
lunes, septiembre 22, 2003
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