1. Basta un fin de semana social para olvidar los descalabros de otros días; y ojo, lo social en esta colina no es sinónimo de ver gente por compromiso sino estar con aquellos que quiero estar. Creo que para llegar a ello hace falta algo de cinismo y necedad (y que los años pasen). Hubo tiempos de tener que ver a tal o cual, de convivir con este o aquel, de tolerar porque era conveniente. Y claro, este hacer tiene sus beneficios. ¡Al rábano con los beneficios! prefiero este poder rememorar las palabras, los rostros, los líos, y los no-líos de la gente gratísima que anda por aquí.
2. Termina el equinoccio de primavera. Existe la creencia de que los equinoccios atraen tormentas. Y como en toda creencia, algo hay de cierto: por aquí hubo lluvia (real y alegórica). Y sustituyendo aquellos desfiles de primavera del kinder --que se adornaba el triciclo con flores de papel crepé para ser conducidos por disfraces de abejas o margaritas cursísimas-- va un Jacek Yerka:
3. Y gracias a Edgar que nos presentó a Jacek Yerka (la página tarda en cargarse. Vale la pena. Aloja mundo maravillosos).
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