La rueda de la fortuna, a girar...
Decía Anacreonte que la vida humana rueda inestable como los radios de una rueda de carro. A veces se antojaría quedar suspendido en un momento o en un lugar aunque sabemos que, a la larga, seríamos presas del tedio. Desde el plano cotidiano hasta los mundos inasibles de la espiritualidad todo está en constante movimiento: en la parsimonia del goteo, en la maduración de un fruto y más evidentemente en la tempestad y el incendio.
El Arcano X recuerda este movimiento constante que nos rodea y su inevitabilidad; carta de infortunios o de triunfos y en su ambivalencia posibilidad de aprendizaje y revaloración.
En una de sus representaciones medievales, sin esfinges ni monstruos de mitología, observamos al futuro rey, al rey en forma y al rey que ha perdido su trono; al joven, al hombre y al anciano; a nuestro andar simplificado.
Dice el refrán que todo lo que sube tiene que bajar; y viceversa. El misterio del movimiento radica en reconocer cuándo somos artífices del vértice y cuándo nos resta sólo esperar. Y como en toda incertidumbre, este Arcano resulta inquietante.
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