lunes, marzo 29, 2004

Y existe un limbo sin-nombre en donde todo lo pospuesto flota. En él no corre el tiempo, no hay luz ni sombra, y el concepto de color es inexistente.
Y desde ahí, desde el limbro sin nombre, lo pospuesto nos envía señales a través de nuestros sueños: a veces los llamados de auxilio son evidentes, otras se confunden con nuestro absurdo onírico.
Esta semana mandaré de vacaciones varios asuntos (dicen que en los pospuestos siempre hay vacantes). Se vienen horas de trabajo-monitor.
Y ya sé que desde aquel lugar los pospuestos mermaran el sentido de los días.
A seguir lo iniciado.

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