lunes, marzo 08, 2004


Agata Rogalska


Desde la ingrata Balada del Narayama no había empañado mis lentes en el cine, apenas había logrado dibujar un hilillo húmedo em mi mejilla o abrillantar mis ojos de pasa con alguna película. Y ayer tuve que morderme los labios, respirar como docto en yoga y pensar que el rímel corrido es antiestético. Todo fue inútil. El Gran Pez debe conocer Narayama, aunque en Narayama los ríos son de hielo debe conocer esa montaña blanca.
No soy experta en cine ni siquiera memorizo los nombres de los directores pero intentando ser objetiva puedo decir que Big Fish es impecable. Y subjetivamente digo me ha tomado por sorpresa: así como algunos libros tuvieron extrañas repercusiones (por momentos de vida, imagino) esta película (mas bien su poética) me ha tocado: tal vez por la cercanía de los puntos de vista, tal vez por ser espejo de certezas y ausencias, o por el deseo compartido.
Y enfin, que he de repararme esta semana, pues he quedado más torcida que ayer, y que antier, y que antes que antier.

p.d.: llegará el día en que no será necesario un Día Internacional de la Mujer, ese día la celebración será doble. Sea...

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