viernes, noviembre 23, 2007


1. En mi siempre simpático mundo de autodestrucción, bebo Coca-cola antes del amanecer. Así, bien fría, burbujeante y nocturna, acompaña al humo y al insomnio. Y esto no es ninguna novedad, pero sí un acto anacrónico. Regreso a mis vicios de adolescencia. ¿O son los vicios los que regresan a uno?
2. Y miro las burbujas y creo que en realidad debería echarme un vodka, o dos, o tres para dormir cuando los buenos samaritanos duermen; para vivir cuando los buenos samaritanos viven.
3. Pero no, qué mal andar de alcohólica por ahí, qué mal andar entre los vivos. De noche están las sombras y ese silencio bendito que sólo es interrumpido por el burbujear de la Coca-cola.