jueves, septiembre 30, 2004

Este cuarto huele a monasterio. Entre mis tareas y las de terceros terminé "iluminada" por la hagiografía. Todo lo que hago se ha sincronizado para arrojarme nombres de santos. Y no puedo evitar buscar las biografías de san "tal" y san "cual". No creo en los santos --que santo sólo hay uno--, y la institución eclesiástica me da migraña. Pero el santoral es como una bola de cristal donde se entreven sucesos, puntos de vista, deseos y temores de toda una civilización (la occidental). Y algo tiene de grotesco --¿he ahí su atractivo?--, en ese coqueteo con la "nota roja" que le da un giro único a lo divino; en esa celebración del dolor y de la espiritualidad lastimosa. Creo que me atrae su tono legendario: la realidad exaltada que puede transformarse y redirigirse --con la ayuda de manos casi siempre siniestras-- a caminos inciertos de la historia.
Horror. No quiero llevarme los santos a la mesa, no tengo intención de ayunar. Algo retro, mundano y colorido (sabios consejos de Roderico) ha de servir como talismán contra la grisura monacal:


talismán de jueves

martes, septiembre 28, 2004

En aquellos días... el pescado de la mentada bodega de Nayarit proveía a una de las cadenas de supermercados de la H. ciudad de México en la que el control de calidad, hay que admitirlo, era riguroso. Los restos del embarque --especies que no convenían al marketing o o piezas a las que les faltaba un ojo, una aleta o media cola-- se iban al mercado de La Viga. En este lugar usaban algunos trucos para ofrecer pescado "fresquísimo" a la clientela, como el de sumergir el producto en agua con hielo.
El pescado, en la ciudad, es un misterio. A pesar del control de calidad de los supermercados el producto que llega a los aparadores no esta del todo fresco; y en la antigua La Viga, más allá de los gélidos trucos, sí se podía comprar pescado con apenas 12 horas de fenecido.
(Intermedio: ¿Cómo reconocer un pescado fresco?: agallas rojo encendido, ojos brillantes y abultados y carne turgente al tacto...)
Imagino lo que hacemos, decimos y sentimos como peces de diversas especies. Y nos imagino como pescadores de los días: preparando anzuelos, remendando redes y embarcándonos para descubrir nuevos territorios donde pescar lo deseado. Y acumulamos peces y pescados. Pero ocurre que ciertos pescados entran en estado de descomposición: y entonces buscamos trucos gélidos, salmueras, salazón o enlatados para sostener el sentido de nuestra cotidianidad. O bien inventamos seres fantásticos, como el ezox medieval: un pez colosal, que nadaba en las aguas del río Danubio, el cual no podía ser arrastrado ni por una carreta tirada por cuatro bueyes; su carne era semejante a la de cerdo y si alguien lograba pescarlo --y el ezox sobrevivía-- se le tenía que dar a beber leche para mantenerlo vivo:


ezox (grabado medieval)

lunes, septiembre 27, 2004

En aquellos días... sí, tengo edad para usar "en aquellos días"... y como decía, en aquellos días teníamos una bodega de pescado en Nayarit, a cinco pasos del mar. Me gusta recordar las historias de los pescadores, las pilas de tarjas, los cientos de ojitos que observaban tras el hielo picado y añoro el olor de la leña quemada cuando sarandeaban pescados --y una que otra langostita-- para el almuerzo. Pero lo que me provoca una inmensa tristeza es el recordar el sonido del oleaje: a todas horas ese chasquido acompasado del agua que va y viene. Aquellos días eran marítimos, acuáticos. Yo misma era agua toda, una inmensa pecera: estaba embarazada, por primera vez. Ahora creo que el que mi hija se llame María del Mar no es una mera coincidencia con aquellos días de horizonte abierto.
Supongo que aquella bodega está ahora presente porque esta semana la hija cumple 14 años. Y sí, mi vida se divide en A. de la hija y en D. de la hija. Esta semana, como en los últimos 14 años, seguramente haré mi inventario imaginario que suele transformarse en sunami existencial. Y mientras ajusto cuentas debo buscar los Libros de Terramar para regalárselos a la hija. Aunque ella no es del todo marítima, es un tanto aérea, adicta a las aves, pero lectora voraz.
Aquí, en la ciudad-cemento, si oso abrir los tímpanos escucho la reverberación de los motores, los estúpidos claxons (odio los claxons chilangos), los aullidos de las balatas y las voces, multitud de voces. Es otra especie de mar, un mar mutado con fosforescencias que forman cardúmenes en los postes de luz.

sábado, septiembre 25, 2004

Hoy es el cumple del tarot-master quien asegura que le vale pitaya si lo festejan o lo ignoran. A lo mejor el festejador es el que necesita más el festejo que el festejado. De ser esto cierto, y al ser yo el festejador, satisfago mis necesidades festivas:

1. Le regalo un animalito:
Al este, existe el territorio del Caracol que dormita mientras aguarda la lluvia. Él, quietud de la espiral, sueña verdes briznas que engarzan mosquitos, dedos-enredaderas, y menta y hoja santa cuyas raíces embriagan a la tierra. Él, que sin ser piedra es enigma, sueña con trazar estelas para acunar las historias que el sol cuenta sobre la piel de las lagartijas. Al este, sin lluvia, las palabras sueñan a través de unos ojos diminutos que nunca serán los nuestros.

2. Le regalo su inicial:


3. Le regalo la frasecita:
Feliz Cumpleaños.

jueves, septiembre 23, 2004

Dicen por ahí que hoy es el equinoccio de otoño. Pero tras la ventana todo es verdor. Aquí lo único que amarillea y cruje es el sinsentido.

El otoño recorre las islas
José Carlos Becerra


A veces tu ausencia forma parte de mi mirada,
mis manos contienen la lejanía de las tuyas
y el otoño es la única postura que mi frente puede tomar para pensar en ti.

A veces te descubro en el rostro que no tuviste y en la aparición
     [que no merecías,
a veces es una calle al anochecer donde no habremos ya de volver a citarnos,
mientras el tiempo transcurre entre un movimiento de mi corazón
     [y un movimiento de la noche.

A veces tu ausencia aparece lentamente en mi sonrisa igual
     [que una mancha de aceite en el agua,
y es la hora de encender ciertas luces
y caminar por la casa
evitando el estallido de ciertos rincones.

En tus ojos hay barcas amarradas, pero yo ya no habré de soltarlas,
en tu pecho hubo tardes que al final del verano
todavía miré encenderse.

Y estás son aún mis reuniones contigo,
el deshielo que en la noche
deshace tu máscara y la pierde.

miércoles, septiembre 22, 2004

Llevo dos noches con el dormir fragmentado --duermo-despierto-duermo-despierto--, como por tandas; y en cada tramo sueños que han alcanzado un surrealismo espantoso.
De niña solía construir casas de muñecas con cartones y papel. El cartón --proveniente de envases de leche Alpura y de cajas de galletas-- lo empleaba para los muros, y el papel --de cuaderno, rayado-- para las sillas, las mesas, las camitas y por supuesto los moradores. La utilería de las casitas se resumía a figuras trazadas pero nunca iluminadas --no sé si era por pereza o el mundo en blanco y negro bastaba--.
Años después sí tuve una casita de muñecas "real", uno de los juguetes más disfrutables que tuve en la infancia. No sólo la habitaron familias; también viveron ahí, una temporada, las figuritas de Plaza Sésamo y otros animalillos del juguetero. Caray, hasta fue set de ciertas películas de terror: en alguna la máquina de coser (una miniatura de madera y plomo) terminaba con sus víctimas gracias a un mortal zig-zag, y el canario de una mini-jaula (de plomo también) se transformaba en cuervo saca-ojos.
Uno cree que las ensoñaciones de la infancia se van para siempre. No es así. En mi último sueño se rodaba una película en el estacionamiento de la colina. Los actores eran monstruosas figuras de papel --idénticas a las de aquellas casitas de cartón-- que correteaban, entre luces y cámaras, alrededor de una torre muy medieval pero hecha con un envase de leche gigante.
Creo que hoy dormiré con el encendedor sobre el buró. Como yo no soy el director en esos sueños hay que andarse con cuidado. Las figuritas pueden resultar verdaderas divas...

lunes, septiembre 20, 2004

"Y está la azulísima sensación de sentirse fuera del castillo de muros impenetrables custodiados por alminares. Estar aquí afuera (que allá es el adentro), parado, lacio contra un muro aferrados a una ranura a través de la cual espiamos las formas. Es una necedad quedarse pues el muro no ostenta portones ni puentes levadizos ni drenajes profundos --para ser entonces una rata que devoraría tus ojos con fruición--. Y la necedad se escurre a la uña del dedo meñique izquierdo, el que escarba el espejismo de un túnel que atraviesa para ya no ser el espía de la imposibilidad."

domingo, septiembre 19, 2004

1. Aunque el mes se cumple mañana, el domingo contiene el ocio suficiente para realizar actualizaciones, allá, en osiazul donde al fin logré subir un trocito de la mentada Danza Macabra... y otras cosillas buenas pa la salud.
2. Ya le reserve su nicho a mi mayordomo, que tal que se ofende y me abandona (a luego quién se come las migajitas del pastel). Pero me espero hasta que esté bautizado, que este es un aljibillo cristiano (muahaha). Estoy entre Solovino, Onomatopeyo y Roderico (de tin marín...)
3. Basta de compu. Luego traigo galletas saladitas pa comernos al huachinango aquél...

viernes, septiembre 17, 2004

Aquí, en espera de que el pastelillo salga del horno y rompa con la maldición del pastelero desmañanado. El desmañanado es un decir, jamás podría ser panadero. Si algún hado me arrojase a la cocina al amanecer, incendiaría media colonia. La mañana, para mí, agrupa todas las horas anteriores al mediodía. Y la mañana "baja" los pastelillos, quema las crepas y sala los frijoles. Pero, nada. Parece que este pastelillo va bien... aunque más le vale apurarse, necesito las hornillas pa guisar y ese mentecato Gas Natural tiene la presión baja por lo que la simultaneidad gastronómica no es posible en esta cocina.
Mientras puedo presentar a mi nuevo mayordomo, que es algo lento y tartamudo pero, eso sí, muy servicial: me sirve mis cafecitos con una nube de leche, me prende los cigarrillos, le saca brillo al mouse y se sienta sobre las tablas del librero. Hasta me ha ayudado a revisar la Danza Macabra que estoy traduciendo. Esto último ha resultado algo contraproducente (y no porque no tenga buena ortografía, es lento pero muy cultivado). Se dedica a preguntar, a quien se deja, si están preparados para morirse (y claro, a la gente le incomoda tal preguntita). --Si le dijeran que le quedan 24 horas de vida ¿usted está listo para fenecer? ¿qué tiene pendiente? ¿qué se le olvido decir, hacer, comer?--.
Enfin. Es un buen mayordomo. No merma la despensa: come como un pajarito. Aunque tengo que buscarle nombre, al pobrecillo nadie lo bautizó.
Me voy a enseñarle cómo "poner la mesa", que al rato llegan comensales a la colina. Y entre plato y plato, y cuchillo y cuchillo, veré si puedo contestar su cuestionario...


mi mayordomo nuevo, el sin-nombre

miércoles, septiembre 15, 2004

En definitiva no soy buena capturista, y no por la velocidad de mis dedos (tecleo de a dedito, pero veloz) sino por ese ir y venir de la mirada: original-monitor-original-monitor. En el vaivén pierdo la referencia por lo que debo poner una regla o cualquier tarjetita a la mano para marcar el renglón en cuestión. Después de una buena dotación de rezos, persignaciones, rituales impíos y maldiciones, al fin logramos escanear texto como dios manda. Tengo listo otro cuento de L. M. Panero que algunos pronto disfrutaran, allá, en el cieloazul. Y de este proviene la siguiente oración:
Pronto descubrí que era aborrecida de mi segunda madre, quien la insultaba y maltrataba tanto como podía, con esa crueldad que empleamos para lo inútil, para lo solo, o para la verdad.
Esta es una oración-pastura que nos sirve para rumiar recuerdos, sucesos y rostros. La crueldad es una, no importa en qué momento se manifiesta ni bajo qué careta: es una siempre con el mismo matiz. Es instintiva y por ello inextinguible. Hasta creo que mi colección personal daría para un librito: Historia Colinesca de la Crueldad.
Enfin. Este "puente" dedicaré unas horas al escaneo, que una de las jaulas para encerrar crueldades es la palabra escrita (aunque puede ser herramienta para promoverla, así es la dualidad). Uno observa el teclado y el animalito que llevamos dentro se queda dormido en su cueva (ok. siempre despierta).

martes, septiembre 14, 2004

Los exhibidores son nuevos, con sus marcos metálicos donde se adivinan nuevos sistemas de seguridad --desde que se llevaron al murciélago aquél se han empeñado en erradicar el anacronismo del museo--, pero los nuevos vigías custodian las mismas piezas con las que la niñez se maravilló y que ahora resultan aburridas de tan familiares --y eso sucede con la familiaridad a la que nadie llama aburrición por temor--. Sí, algunas salas del Museo de Antropología poseen olor a nuevo: un toquecillo de celofán. Y en ellas están los mismos alumnos --pero con otros rostros-- invadiendo los letreros de información: copiando, transcribiendo, copiando para que sus imbéciles profesores duerman tranquilos (hoy he enviado a los alumnos al museo, he cumplido). Patéticos, duerman tranquilos, que a nadie importa la sarta de incoherencias que dicen sus alumnos: copiando, transcribiendo, mutilados. Y corretean niños por todos lados. Sin duda, los niños bonitos son los más malcriados: tienen ese aire de arrogancia, en pequeño, que sus padres exhiben con sus lentes oscuros (han de ser sensibles a los reflectores de los nuevos exhibidores). Qué coleccionable es la clase media mexicana. Por ahí otros idiomas se maravillan, especulan, opinan, se horrorizan mientras un grupo de pubertas alemanas se retratan frente a un penacho. Un mocoso nos confunde con gringos (pinche escuincle hijo de tu tiznada madre, ven pa que te enseñe como no soy gringa). Silencio y risitas. Museo pintoresco con nuevos exhibidores, todavía portador de su leyenda ORGULLO MEXICA. ¿Qué es el orgullo mexica, mamá? Una de tantas demagogias --ojos muy abiertos, la regué--.
Mejor vámonos al estanque que está allá afuera donde flotan las flores amarillas de los lirios, y bajo ellas las tortugas asoman hasta que se duermen arrulladas con las escamas. Vamos, que los renacuajos asoman en la orilla... y el orgullo mexica es suspender esos animalitos en el tiempo: en piedra, en cristal de roca, en jadeíta para que naden en los exhibidores nuevísimos y te recrees la pupila --ojos complacidos--.

domingo, septiembre 12, 2004

Desear hornear un pastel de Tres Leches debe ser pecaminoso pues las deidades --todavía desconocidas aunque, presentimos, iracundas-- nos roban el tiempo que creemos nuestro. Mas ya se llegará la hora de pecar con nuestros tenedores. Mientras celebremos en pantalla:


¡Feliz cumpleaños a ALBERTO!


Y también se llegará la hora de contar curiosidades del fin de semana. Siempre y cuando las susodichas deidades no hacen lo suyo: diluir, robar, esconder, borrar.

viernes, septiembre 10, 2004

La Casa Tomada ya no lo es. Ya se fue la arquihermana. Siempre me da tristecilla que la casa regrese a su orden habitual, es como cerrar un paréntesis que abrimos libremente.
Afuera empieza el chipi-chipi de estas tardes de septiembre; por suerte este viernes no me toca ir a Polanco. No tengo ganas de mojarme ni de andar en el metro ni de bajar de la colina. Paso mañana, a modo de escala, antes de aterrizar en el Museo de Antropología.
Se vienen días moviditos. Todo lo que pospuse toma su turno. Necesito un mayordomo que me ordene la agenda y me sirva un Baileys con hielitos.

miércoles, septiembre 08, 2004

"Cosa de mujeres" es la típica expresión cuando decidimos no dar explicaciones sobre uno que otro tema, ya sea por pudor, moral impuesta, pereza mental o parámetro de intimidad. Puedo narrar mi visita al dentista o a cualquier otro ser de bata blanca. Pero no la visita al ginecólogo. Hasta he pensado que un buen chantaje fotográfico no consiste en una foto al desnudo, una fotos con el amasio/a ni una foto en plena acción XXX, sino en una foto-visita-al-ginecólogo. Y una puede escapar a sendo trance, pero siempre regresará: porque no vaya a ser el diablo, y el diablo Cosa de mujeres puede resultar atroz. Aunque se podría escribir una crónica satírica sobre los eventos "cosa de mujeres", pero como me quedé medio espantada mejor me voy por una tacita de café.

p.d.:busquen chiles (no es albur) pa la creatividad y participen en la CONVOCATORIA de osiazul

lunes, septiembre 06, 2004

(Palabra del día: Trunco.)
Tengo una colección de cosas truncas: desde mi móndriga traducción que no logré formar, pasando por los últimos trabajos que han llegado a la colina, y hasta un montón de ropa para planchar... y esa oración que algún día se convertirá en cuartillas.
Dediqué todo el fin de semana a perderme en mis laberintos sociales. Cuando uno anda medio diluido el ver a ciertos personajes lo rematerializa a uno.
Y entre la dilusión y la solidificación he soñado pasadizos, escaleras y recovecos. Creo que a las cosas truncas les dio por manifestarse oníricamente. Los días andan escherianos.


M. C. Escher

viernes, septiembre 03, 2004

Y nada que amaina la tormenta. No puedo partir hacia Polanco. La hora de llegada, allá, no importa mucho pero sí la de regreso a mi condenada casa-colina.
Tan fuerte es la tormenta que en el valle cuentan que esta colina se está deslavando; que semeja un gran flan recién desmoldado sobre el que escurre, desde la cima, un caramelo ambarino y dulcísimo... bueno, lo del caramelo sonó forzado, lo que realmente escurre --y sobre las aceras, nada de flan-- es un menjurge de tierra, lodo, grasa y restos de llanta quemada...nada, mejor sigamos con el caramelo que ya la lluvia empieza a oler a vainilla.
Sólo sé recrear golosinas. Pero también las transcribo, como este poema del tarot-master que estaba extraviado en mi carpeta de imágenes (nada que ver):

NIDOS
Ricardo Bernal

Guardaré la luna en mi bolsillo
entonces la ciudad será sólo espinas
esquemas
brazos rotos.

Bestiales barcos de guerra
recorrerán el ondulado callejón
de nuestros sueños
trazarán rutas de ruido
anclarán en medio de los ojos
y habrá cantos
miel en las espaldas
amor pisoteado en cada esquina
tormentas de trapo en cada lecho.

Y cada casa será un nido de sonámbulos
y cada cráneo un recipiente
de peces metafísicos.

Esconderé las estrellas
debajo de mi lengua.

Entonces la ciudad
quedará patas arriba
tarántula disecada
por los finos instrumentos
del Diluvio.

jueves, septiembre 02, 2004

En la caja de comentarios, que no la de sorpresas, quedó una enramada de hamburguesas, Polichinelas, Comedia del Arte y hasta Cri-crí y El soldadito de Plomo. Aunque el soldadito no comía hamburguesas, y en la historia original no hay ni Polichinela ni Cri-crí sino un duende bastante perverso. El soldado de plomo más famoso de Andersen es aquél que, cojito, se enamora de una figurita de papel. Pero existo EL OTRO soldadito de plomo, también de Andersen: curioso protagonista de La casa vieja. Este soldadito es un elemento espejo, un augurio de plomo y al final, una voz de ultratumba muy velada. Aunque el cuento es en sí una enseñanza --sobre la vejez, el recuerdo y la memoria que ha de honrar a los muertos-- posee una atmósfera inquietante y una dosis de lo sobrenatural. Ese soldadito no es el enamorado ni el aventurero ni el triunfo del amor sobre la muerte. Es la regeneración disfrazada de juguete. Vale la pena buscar a Andersen y leer esos sus cuentos olvidados y ser soldado memorioso.

miércoles, septiembre 01, 2004

Sep-tiem-bre, sep-ten-trional, sep-ti-ce-mia, enlazar la "p" con la "t" debe simular un abismo en el paladar. Me gusta el sonido de septiembre, aunque el mejor es oc-tu-bre... Antes, septiembre era el mes del regreso a clases, el mes de la patria, el mes del pozole y los cuetes en el Zócalo y Coyoacán (y el mes del informe presidencial, pintoresco). Ahora, dice el radio, es el mes del testamento. Tanto mes libre y tenían que agarrar el noveno, aunque tal vez quisieron darle un toque patriotero a su promoción. Podrían enlazar, como lo hace la "p" con la "t", el 16 de septiembre con el 17 de septiembre y así este último sería el Día Nacional de la Notaría. Hasta se podría crear un platillo conmemorativo: legajos en pasilla, sucesión en salsa verde, qué se yo, los creativos detrás del poder son una cajita de sorpresas; como esas donde se agazapa un bufón: jack in the box ¿hay traducción?