lunes, octubre 31, 2005

He imaginado cada cultura como una gran licuadora, siempre enchufada a la corriente, siempre batiendo; unas veces en velocidad baja, otras en media y a ratos en velocidad pica-hielo. Dentro de ella, la licuadora, caen ingredientes ya conocidos, novedosos, extranjeros, mutables, pero todos van al mismo destino: al vórtice que anuncia las implacables hélices de la integración. He imagino que los batidos son de sabores distintos, pues no importa qué añadamos a ellos; el sabor base, la esencia, permanece. Puede que rechacemos el color de unos, o su textura, su consistencia, su aroma o el sabor todo. Mas todos son batidos y ello los hermana.

Y en este batir infinito están los niños. En el caso de los mexicanos dudo que crezcan al margen de las tradiciones que los rodean, salvo contadas excepciones: esos que han sido elegidos por el destino para convivir con padres-cabeza-de-madera (algo así como un pinocho mal parido, ja). Pero, para el niño, que no siempre se retroalimenta con el sentido de la vista, la opción mejor es tomar un disfraz y celebrar Halloween: es una festividad más lúdica y más asible. Y claro que posee su carga simbólica: el disfraz es alegoría de la metamorfosis, de la transformación. Y el niño es, per se, protagonista de éstas.



Celebremos el que hoy, algunos, devoren dulces. Ya mañana podrán convivir y venerar a la muerte azucarada que guiña el ojo desde el altar.

pd: No olviden su calavera, jijos. Hoy cierra la convocatoria, y ya han llegado versos harto coloridos.
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viernes, octubre 28, 2005

Hace meses, mientras viajaba por las colapsadas calles de esta ciudad en un taxi, el chofer de dicha unidad me dijo, convencido, que este país estaba jodido por culpa de los extranjeros que vivían en él. De estos comentarios xenofóbicos poseo una bonita colección. Las más de las veces los he atribuido a la ignorancia, pero me parece que el enigma del xenófobo es más complejo y casi indescifrable.
No me cae de sorpresa escuchar estupideces. Desde niña, gracias a mi churrigueresco apellido, me han tachado de judía o de nazi en mala leche. Pues ni lo uno ni lo otro: mi familia es un delicioso puchero, hay de todo y para todos. Pero lo que no esperaba era leer, en un libro de gastronomía, las ligerezas de un autor.
Publicado en 1994, bajo el auspicio de la Dirección General de Culturas Populares, la Brevísima Historia de: La cocina mexicana cuyo subtítulo es "La mesa Prehispánica, Mestiza y Criolla en el entorno de la música, es un fraude peligroso. De entrada jamás encontré alguna referencia a la música; y de historia mejor no hablemos. Este libro sirve de palco para que el autor despotrique y minimize diferentes culturas, hasta llegar al insulto barato. Manipula las referencias a su antojo: si necesita sustentar su postura, aplaude a un autor, pero cuando le estorba lo borra con sus infantiles juicios --todo esto en las mismas 5 páginas--.
Es una pena sepultar la información y el jugueteo con los refranes que contiene el libro con la urgencia del autor de demostrar que gracias a México la cultura gastronómica universal se transformó, pues antes de la Conquista era "aldeana" (adjetivillo tomado del libro). Niega el canibalismo de los mexicas como ritual, y raya en la utopía cuando habla sobre la corte del Tlatoani.
Terminé el libro. Obtuve datos que pude contrapuntear con otros que tenía. Estoy pensando, seriamente, en no incluir nada de este autor con tal de no ponerlo en la bibliografía de mi investigación. No deseo que su germen prenda en alguna cabecita alocada de un lector desconocido. Fomentar este estúpido nacionalismo, de cualquier forma, es un atentado contra el espíritu. Me parece que el "complejo del conquistado" ya no debe tener vigencia en este siglo XXI.
Ni hablar, lo que pudo ser un libro entrañable se convirtió en origen de mi entripado y un buen candidato para vivir en los territorios de Fahrenheit 451. Mejor, luego, traigo alguna anécdota suculenta sobre la mentada cocina mexicana. Tan-tán.
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miércoles, octubre 26, 2005

asuntos varios

1. Antes de que los segundos sigan su atrabancada marcha, los invito-obligo a participar en el Segundo Concurso de Calaveras de Osiazul. Por si no lo recuerdan, hubo un primer concurso y sus respectivas calaquitas seleccionadas. Ahora, más que nunca, el ambiente se presta a juguetear con los líderes y no tan líderes, ja.

2. Creo que mi inconsciente se quiere convertir. Ayer, justo ante la Catedral de la ciudad-cemento, terminé en posición de reverencia, o algo parecido a la oración hacia la Meca; aunque en este caso sería hacia el Cristo del Veneno, o el del Cacao (que se duelen dentro del mentado edificio, id a visitarlos). No sé hacia qué chingados oraba pero terminé en el suelo. Hoy, en premio a mis plegarias, he descubierto en mi muslo derecho un moretón digno de un tarro de mermelada de zarzamora. Ahora ranqueo en señal de santificación.

3. Ahuizotl anda enojado, y no se me ocurre qué ofrendas son necesarias para que deje de poblar el reino de los ahogados. El entorno tiene tintes de devastación, y es difícil no impregnarse aunque uno se deje ir en la obsesión laboral. Queda huir a otros páramos, por lo menos un par de horas, para asomarse al hermoso memento mori de Burton. En la más pura tradición de la leyenda, del cuento oral que logra ser universal, El cadáver de la novia es un caramelo al que debe liberarse del celofán. ¡Burton pa presidente! Y tan-tán.


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domingo, octubre 23, 2005

Los días retozan felices con los "trabajos rabiosos" que el dios menor del dinero tiene a bien proveer. Aunque siempre es posible tomarse un par de días y declararse en huelga para así asegurar próximos días de gran adrenalina.
Y mejor andar extraviado entre archivos que son el Leteo perfecto para olvidarse de las noticias nefastas, los jugueteos poíticos, los idealismos diluídos y demás basuritas que me irritan los ojos.
En mis ratos de ocio he iniciado un nuevo tratado para ofrecer al mundo un "ateísmo ético", ideología novedosa que permitirá al seguidor en cuestión un aletargamiento moral vía la anastesia de la moral. Entonces, el seguidor, podrá hacer lo que le venga en gana, jamás se escandalizará de nada ni andará de quijotillo de paja decepcionado al no poder cambiar su entorno. Tiene sus riesgos y sus recovecos, como toda ideología; pero creo que me bastará con redactar una constitución precisa para salvar cualquier obstáculo (aunque no sé cómo, el seguidor, podrá respetarla pues suena contradictorio con los altos ideales de mi propuesta).
Pero hoy es domingo. Los artículos constitucionales pueden esperar. Si todo va bien huiré con los hijos a ver El cadáver de la novia... a ver, a ver.
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miércoles, octubre 19, 2005

"El lobito" es el mote que alguien dio a un amigo quien suele mandar curiosidades a mi e-mail. En esta ocasión recibí una noticia sobre un promocional de UNICEF en contra de la guerra en el cual los protagonistas son los azulosos pitufos de la infancia. En su momento, dichos personajes, fueron todo un "boom"; hasta hubo quien afirmó que eran cosas del demonio --como generación tras generación algún dibujito animado es asociado con el impúdico Luzbel--.
Cuando vi la imagen, que es un recuadro de una animación completa, me pareció acertada. Hasta me puse a elegir dibujitos para cada cultura: Asterix o Babar para Francia; Mickey Mouse y Buggs para USA (a Lucas nadie lo toca); Mafalda para Argentina; y para México me quedé con la familia Burrón pero cualquier dibujito del Imperio tendría buen efecto.
Mas luego dude --yo y mis desencantos de octubre--. Creo que estas animaciones serían pasto para el amante del gore, bichos del mal gusto para los tradicionales y para un reducido sector algo impactante. Me parece que para aquellos que se impacten la campaña antibélica no surtiría ningún efecto; si se conmueven no los creo partidarios de la guerra. A otros les valdrá un comino. No sé, hoy siento que las campañas de divulgación sólo tienen efecto cuando a través de ellas se ofrece algún concepto de poder (belleza, dinero, fuerza, estatus, y demás variaciones de cada cultura). Pero puede ser que me equivoque y deba continuar mi listado de dibujitos por región para endosarlo al UNICEF. Total, todo es un gran sueño del que se antoja no despertar.



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miércoles, octubre 12, 2005

¿Cansado de ser un tipo ordinario?
¿Niega su triste mortalidad?
¿Deseoso del aplauso fácil y de un club de fans?

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lunes, octubre 10, 2005

Hace muchas lunas, de maese Luviano tomé un link a los niños de Gorey; ahora le robo el link de los niños de Burton. Éstos versos equivalen a un caramelo que sale del celofán justo cuando traemos la garganta del ánimo medio reseca. A leer, pues...
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viernes, octubre 07, 2005

En las farmacias o en las tiendas de autoservicio suelen estar a la venta sencillos juegos de goteros o dosificadores. Se ofrecen piezas de tamaños diversos y, en los juegos más complejos, existe por lo menos un gotero cuyo dispositivo es el de una jeringa. Así es posible administrar la vitamina, el antibiótico o cual fuere la sustancia curativa a modo de chisguete, para que ninguna garganta sea capaz de rechazar, vía la arcada, el líquido en cuestión. Y si existen los dichosos dosificadores es porque alguien determinó cuánto de esto o aquello debe suministrarse, dependiendo del peso, edad y/o tamaño del paciente.
Pero en la ambivalencia de las cosas, esa que suelo imaginar, existe también el afán dosificador unas veces impuesto por la naturaleza y otras por la natural administración del ser humano. Entonces todo lo que se puede aprender y aprehender es dosificado, y nuestra percepción debe contentarse con el goteo, aunque nuestra sed sea insaciable. Hecho que puede tornarse "sospechoso" cuando, en la dosificación, los núcleos de poder meten la mano. Ya recibimos gotas de noticias, de sucesos, de ideologías y demás parafernalia que rige nuestra historia; es entonces cuando uno se pregunta de qué nos curan, contra qué nos vacunan, a qué parte de nuestra esencia le es suficiente ese goteo "vitamínico".
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miércoles, octubre 05, 2005

Llegó Roderico con su tonito autoritario a levantarme, que no había tiempo para dejadeces, ni para esconderse bajo la almohada. Le contesté que ando agripada, que con un día de TV y pachorra me compongo. Se limitó a jalar las sábanas y a agarrarme a almohadazos: ¡Vístete, en la sala esperan los inversionistas!
Ya están instalados en un cajón del trinchador, ese que está forrado con felpa y en el que guardo ciertos cubiertos. Hasta acá escucho la máquina registradora y los cantos gregorianos (que según dicen los alegres esbirros de Roderico son eficaces para la concentración).
Roderico se frota las manos (bueno, las pelonas falanges), como saboreando los futuros frutos pues argumenta que dos son los poderes sobre la tierra: billete y religión. Y por ésto ha traído de las catacumbas del Vaticano a monseñor Eustaquio y de las alcantarillas de la Trump Tower a monsieur Carcasse, ilustre contador e hijo de madre francesa inmigrante.
Y mientras mi mayordomo gobierna desde su castillo de terrones de azúcar, yo me dedicaré a tomar café y a dar un bloguitur. Ya trabajaré en la tarde si acaso me siento más energética, bah. Saludad a los esbirros del Roderico:


Eustaquio, el monseñor.



M. Carcasse, contador contable.

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lunes, octubre 03, 2005

No importa si ls encuentro en una revista, en un libro pedagógico o en la caja del cereal, los juegos visuales de "encuentre las 7 diferencias" me resultan enviciantes desde niña. Son el conjunto perfecto para provocar mi obsesión que, lo admito, puede rayar en lo patológico.
Pero estas neuronas torcidas a veces me llevan a extraños, y azules, territorios. Hace unos días, por el mentado trabajo, me topé con una imagen que juraba haber visto antes. Perdí horas-acción y horas-seso en descubrir dónde diablos la había visto por primera vez. Y mi inútil búsqueda encontró su inútil respuesta.

PROCEDIMIENTO: Quite, borre, elimine cualquier forma, color y textura de su memoria (cierre los ojitos un par de segundos, con eso basta. A continuación observe las dos imágenes, encuentre las coincidencias, detecte las diferencias:



y



Y ahora los autores. La primera imagen es de una tal Louise Williams (n. 1968). La segunda de Chagall, pintada en 1942. ¿Homenaje, coincidencia o copia vil? Eso no lo sé a menos que me topara con Louise para preguntarle "oye, qué onda con tu cuadro". Ahora bien, antes de leer los nombres ¿qué imagen les gustó? ¿una? ¿las dos? ¿ninguna? Habrá quien reconozca un Chagall de primera vista. Pero en estos asuntos del arte a veces creo que vende más la etiqueta que el producto. En lo personal me quedo con la mujer asirenada de Chagall y sus símbolos. Aunque el verdadero raiting de estos cuadros radica en la composición sobre ese azul infinito. Supongo.
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