miércoles, enero 25, 2006

Más vale tarde que nunca. El niño muerto me ha encargado esta tarea. Y la cumplo porque gracias a él puedo leer Panero hasta el hartazgo. Estas eran las reglas, y las 5 nuevas personas quedan al libre albedrío de todo aquel aljibeño que no haya respondido la encuesta.
Las reglas del juego:
El primer jugador de este juego inicia su mensaje con el título "5 extraños hábitos tuyos" (o algo parecido).
Las personas que son invitadas a escribir un mensaje en su respectivo blog, a propósito de sus hábitos extraños, deben también indicar claramente este reglamento.
Al final, debéis escoger 5 nuevas personas y añadir el link de su blog o diario web.
No olvidéis dejar un comentario en su blog o diario web diciendo :
"Has sido elegido" y ruegas que lean el vuestro.


Van los 5:

1. Comprar pollo rostizado y no comerlo hasta que, habiéndolo metido al refrigerador, esté helado.

2. Morderme el interior de la comisura interna del labio (la derecha) sin darme cuenta hasta que chupo un limón y me arde como infiernillo.

3. Mantenerme ecuánime en los momentos más perturbadores, y estallar en los más insulsos (es que en los perturbadores mataría con mi cuchillo cebollero).

4. Limpiar como enajenada antes de iniciar un proyecto nuevo, y mientras lo realizo dejo que el muladar cohabite conmigo.

5. Llevar de cuarto en cuarto una taza de café frío aunque no me lo tome. (No sé si es parte del escenario o mi animismo la ha hecho mi mascota).

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lunes, enero 23, 2006

Tras evocar mi pijama de cuadritos blancos y rosas en el post anterior, dejé pendiente la continuación. Dejé de narrar que, desde mi infancia, una persona se dedicaba a regalarme pijamas año tras año hasta que, hace unos años, se mudó al más allá. Dejé de contar que con su ausencia tuve que aprender a comprar pijamas idénticas a las que recibía como regalo: de tela de punto, 100% algodón; camisones con manga corta y a media rodilla para que no se enreden con las sábanas. Dejé de contar todo esto no porque fuera trivial pues todo lo que aquí flota lo es. Tampoco la falta de tiempo es la razón de peso, ni mi teclado tuerto: ya tengo uno nuevo. Dejé pasar una semana --apenas me percato de la temporalidad-- porque ese impulso, que no musa, incontenible de escribir sandeces anda dormido. Seguramente arropado con todas esas pijamas que se fueron al más allá. Enfin, ¿alguien tiene una pastilla, un jarabe o remedio casero?
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lunes, enero 16, 2006

Todavía recuerdo aquella noche en la que desperté con la sensación de un calor húmedo en las sábanas que impregnaba aquella pijama de cuadros diminutos blancos y rosas. La sensación de sorpresa y de incertidumbre fue breve porque, mientras aquella humedad se enfriaba rápidamente, hilé mi situación con el sueño ordinario del que acababa de despertar. En el sueño unas ganas incontenibles de mear me guiaban a la sala de baño, ahí el alivio se transformó en una cama mojada.
Era pequeña, la cama aún me parecía un escalón difícil de salvar; pero no tan pequeña como para mojar la cama. Recuerdo que quité todas las cobijas, saqué una manta de un clóset y me cambié, a pesar mío, mi pijama de cuadritos.
Ayer tuve un sueño parecido, la parada en la sala de baño era vital. Sólo que esta vez, dentro del sueño, recordé aquél sueño de infancia. La memoria me despertó y en automático posé las palmas de mis manos sobre el colchón. Estaba seco. Me levanté y fui a la sala de baño tiriteando. Y, mientras observaba el remolino del agua del W.C., me di cuenta que cuando uno deja de ser niño se transforma en un invitado ordinario de los sueños. Los papeles protagónicos son propios de la infancia. Y el colchón seco no compensa la pérdida.
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lunes, enero 09, 2006

Tal vez el 2006 sea el anuncio de mi alta traición. Tal augurio lo tecleo en una PC, mientras mi MAC imprime planas de un libro. La PC es silenciosa, no así la MAC y su impresora: la primera insiste en sonar coma ardilla jamadora de nueces y la segunda evoca el recuerdo de las máquinas para hacer tortillas que me fascinaban cuando niña. Este teclado es terso, apenas debo apoyar las yemas sobre sus letras. En la MAC escribir es lo más parecido a un goteo de lluvia recia.
Mi equipo, poco a poco, materializa la palabra arcaico. Ahora, este "mouse" con dos botones no me parece tan estúpido (la estúpida era yo al dar clicks desatinados, pero no se lo digan al muy engreído). Y en fin, terminaré frente a este teclado para ahorrarme la artritis unos años.
El ciclo laboral y escolar arranca, mi horario se regula y ya inicié un nuevo proyecto. Traición o no traición todo regresa a su sabio curso. O casi todo.
Por ahí me he topado con uno que otro anuncio, algunos repletos de divinidad: suban la colina y tomen el sendero de las peregrinaciones. Cuando vean un santo resplandecer hagan click (no importa qué "mouse" usen) y lean, tal vez encuentren una nueva grey.
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lunes, enero 02, 2006



He colgado la iluminación de un fénix con la intención de reconstruir, a partir de su simbología, la idea de "año nuevo". Aquí en la colina las cenizas andan escasas de magia, se limitan a acumularse por doquier sin oficio ni beneficio (o con el oficio de opacar todo, si acaso esto último es un oficio).
Podría ocurrir que al repetir 7 veces la palabra fénix uno vea las cosas de otro color; o bien, si uno logra pintar 9 fénix en 9 puertas distintas (de los vecinos, claro está) sentirá un extraño hormigueo en todo el cuerpo y de súbito se sentirá "renovado". Podría ocurrir cualquier cosa siempre y cuando se realice el rito adecuado que ha de estar en algún libro que no logro encontrar en mis libreros.
Fénix o no fénix va, de todas formas, el deseo de un año iluminado para todos los aljibeños. Y me voy a trabajar... creo.
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