Del destino y una galleta
1. A veces siento que lo que llamamos azar no es otra cosa que la urgencia del inconsciente por ser consciente. En las últimas fechas me he topado con textos sobre el hambre, sobre todo tipo de "hambres".
2. Busqué en la red, sin éxito, una imagen convincente de la "soylen green". No me quedó más que abrir mi photoshop y crear una imagen verdísima y apetitosa. Mientras buscaba un filtro para preservar el alma crocante de mi galletita pensé que los traductores de los títulos de las películas solían inspirarse: entre el título origal de la película "Soylen Green" y la traducción al español "Cuando el destino nos alcance", me quedo con la segunda.
3. El horror de "Soylent green" como el horror de Arthur Gordon Pym (E. A. Poe) acecha en el mordisco dado a la carne humana: en el primero vía la crocante galletita, en el segundo a bordo de un barco que zozobra. Es el horror ingénuo de quien no ha padecido hambre verdadera, pero que busca recrearla en una ficción.
4. El estigma del canibalismo es el sueño de alguien que tiene la mesa puesta, un buen refrigerador, un buen librero donde almacenar los "horrores" y una pantalla plana para analizar las migajitas verdes.
5. Y de poder intuir el habre verdadera cuando me robo de la alacena unas galletas dulcísimas, porque estoy hasta la madre de esta pinche dieta, no tendría ninguna culpa al salir a la calle a cazar un prójimo.