lunes, diciembre 26, 2005

dibujitos

Regresé a mi teclado MAC (siempre tieso) a continuar mis actividades de provecho, aunque creo que aljibear es una escapa de esos aburridos archivos que se quedaron pendientes. Ya no más dulcecitos, ni jueguitos ni desveladas. No más juegos ni más ocios. Retornamos a la seriedad acostumbrada. ¡A trabajar!
Y como prueba de lo anterior he decidido inaugurar una página paralela con caricaturas qu muestren, ilustren y validen mis actos siempre trascendentes.
Sea. Abran la compuerta y si no les vibra hagan lo suyo en gnomz (existe la versión inglés).

pd: todavía quiero regalos.
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miércoles, diciembre 21, 2005

ocio xmas

Mientras vigilo las diversas ollas donde hierven cada uno de los ingredientes para armar, al final, ese revoltijo suculento llamado Romeritos, les dejo alimento para el ocio. Gracias a la recomendación de Rax, el hijo y yo hemos jugueteado con estas mascotillas virtuales: una maraña de realidad alterna y de jueguitos relajantes, creo...
Me voy a la cocina donde aguarda mi pinche Roderico y el de abajo que saqué de Neopets y ahí los llevará.

pd: quiero regalos.

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viernes, diciembre 16, 2005

xmas celestial

Roderico llegó a la conclusión de que la navidad no es sin una buena dotación de nieve en el cielo... o en el infierno. Así que, con ayuda de sus óseos sicarios tomó rumbo hacia el supermercado y, monedas de por medio, compró tres bolsas de cubitos de hielo "Iglú".
Bajo una sesuda y militaresca planeación, se apostó (junto con sus sicarios) en puntos estratégicos de la azotea. Espero. Espero. Y, sí, espero.
No bien hubo divisado mi iluminada coronilla, y al grito de ¡nieve!, arrojó cuanto proyectil congelado llegaba a sus larguiduchas manos.



Así, entre cubos de hielo, chichones y moretones he recobrado mi espíritu navideño. Mientras, Roderico&sicarios bailan con gran desenfreno aquello de: "...pero mira cómo beben los peces en el río...".

(En realidad hoy inicio mis vacaciones. Clientes, me fui, me morí, no estoy: soy un cacho de musgo ocioso en el Nacimiento).

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martes, diciembre 13, 2005

YO: ¿Y los cohetes, y el estandarte, y los cantos?

RODERICO: Ya se acabaron. Búscate otra fiesta. Mira, hoy es martes trece; el santoral dice que hoy se festeja a Santa Lucía. Haz tu fiesta Luciana.

YO: No, yo quería continuar la tradición guadalupana.

RODERICO: Lo sentimos. Y sábetelo: tu siempre llegas tarde a donde nunca pasa nada.

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El año pasado no tuvimos árbol. Este año tenemos árbol temático. El año pasado tuvimos espíritu festivo. Este año no hay tal. Será que este año fue como una enorme lavadora y llegamos al final todos percudidos. Estoy cansada y griposa. Bah. No hay duda, san Plátano me ha abandonado.

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jueves, diciembre 08, 2005


Juan Soriano


Hace ya muchos días virtuales que quería traer este cuadro, tantos que había olvidado el título de la obra. Lo recuperé por la asociación que hice con él: "La vista azul".
En la obra de Collodi, cerca del final "original" de las aventuras de Pinocchio, el títere huye despavorido de lo que después sabemos será su trágico fin: una cuerda y un roble. Llega a la puerta de una casa cuyas ventanas están cerradas. Toca. Toca. Toca más. Una niña azul le contesta, desde la planta alta, que nadie puede abrir, que ahí no hay nadie. Ante la respuesta ilógica, y el miedo in crescendo, el crujiente Pinocchio insiste en la oportunidad de la salvación. La niña responde que nadie puede bajar a abrirle la puerta: "aquí todos estamos muertos". En ese momento sabemos que el títere no tendrá un final feliz, ya él ha cruzado el umbral. Collodi logra una de las mejores imágenes alegóricas que he leído, sin importar que el destino de su obra haya dado la vuelta en la esquina para añadir más capítulos repletos de aventuras rematados por un final opuesto a la primera versión aunque igualmente pavoroso.
En estos días, no se quién o qué es ese Pinocchio que toca a mi puerta --sí, aljibeños, todos tenemos un títere personal--; noche y día toca y toca porque algo lo persigue. Yo respondo como respondió la tinta de Collodi: vete, lárgate, "aquí todos estamos muertos". Necesito encontrar la tinta que garabatee una respuesta de salvación. Busco y busco pero, como si esto fuese una cajita china, una voz responde: "aquí todos estamos muertos".
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martes, diciembre 06, 2005

Los recuerdos sepultados a mayor profundidad sólo pueden ser invocados con actividades absurdas y cotidianas. En eso estaba, en el absurdo de recoger miles de partículas de fieltro esparcidas sobre la alfombra y la colcha cuando recordé las imágenes de un libro de infancia. Podría decir que aquel libro, en su momento, fue atesorado y releído hasta el cansancio; y no por las veces que repasé las líneas, sino por la dificultad de descifrar cada una de sus palabras. Ya lo he confesado antes, yo no aprendí a leer hasta muy grande.
En ese libro descubrí palabras como Ximena, Cid Campeador y Babieca entre dibujos en blanco y negro. Pasarían muchos años para que leyera, por primera vez, el Cantar del Mío Cid en su versión "original", sólo para descubrir que muchos de sus pasajes eran "adornos legendarios".
Imagino que a la gente grande, de esos tiempos, mi fascinación por el Campeador les provocaba cierta curiosidad, como ahora yo me asomo a las "peculiares" aficiones de mis hijos. Y la curiosidad se comenta, se comunica, se cuchichea; por ello, como también he recordado, cierto día mi abuelo me pidió que le contara la historia. No le conté nada, me limité a afirmar que yo no sabía nada de un caballero, ni de sus hijas azotadas, ni de un destierro, ni de un caballo con nombre raro. Los niños, a veces, no comparten sus mundos.
Entre borlitas de fieltro he deseado recrear el asombro primero ante el Mío Cid; he recordado el color de las paredes de la cocina de casa de los abuelos y el contraste que provocaba con el verde de la higuera. Y he recordado el desencanto consetudinario del abuelo para descubrir que el mío sólo es un eco.
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jueves, diciembre 01, 2005

De erratas a ERRATAS

Cuando escribo en este aljibe, lo hago de un tirón: tecleo y publico. Luego descubro erratitas que consisten en simpáticos dedazos o en letras ausentes --que son las más, pues mi teclado está en plena decadencia (si acaso esto existe). Gracias a otros ojos puedo descubrir y corregir las erratas: concordancias, faltas de ortografía y de sentido y demás repertorio de puntuación. Buscarlas entrena el ojo, y corregirlas el disco duro (léase seso). Quien se ofende porque alguien más le señala un error está perdido. Uno no es el dios de la palabra escrita, aunque sí hay por ahí semidioses y sacerdotes. Yo soy un monaguillo.
Para que este aljibe burbujeara prístino tendría que leer mi post unas tres veces, como hago con otros escritos. Aun así, dudo que la errata mezquina dejaría de encontrar su oscuro nicho: siempre habrá alguna erratita o errata.
Pero hay ERRATAS intolerables, como la que me tiene encabronada en estos momentos. Al fin había logrado ir por un cheque el cual aseguraba el monedero del fin de semana: revisé el monto, el nombre y la presencia de una firma; pero no chequé la cifra escrita con letras. El cajero del banco tuvo mejor ojo: "las cifras no concuerdan, tiene que pedir otro cheque". Grave. Imaginé que de este cheque podía depender un asunto legal, el cierre de algún negocio millonario o los viáticos para un gran viaje. Grave. Pero no, como sólo se trataba de mi monedero alguien no tuvo cuidado al teclear ¿o lo tuvo?
Mientras me preocupo por el estado financiero de mi fin de semana, leeré tres veces este post. Toca al aljibeño lector encontrar alguna errata o erratita, que no ERRATA, en este texto.
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