viernes, febrero 16, 2007




1.Pero qué mal, me perdí la festividad, ni un mordisco de chocolate, ni un Be My Valentine. Pero encontré corazones en otros lares. Vayan y busquen en la expo de Persia unas vasijas de plata y bronce con "corazones". Hoy cualquiera exclamaría "qué cursi" "uy qué mono"; los iconos están en perpetua transformación: a veces están en el top ten de la estética y a veces caen en desgracia. Enfin. Vayan. Pero si planean escupir comentarios como : qué es eso, un trozo de piedra o los aztecas tienen cosas más chingonas, entonces quédense en sus casitas que ahí se ven más bonitos.

2. Vayan. Verán piezas únicas, no porque sean irrepetibles sini por su lejanía a toda imagen que el ojo a guardado en su memoria retinesca. Vayan y mediten sobre la Persépolis incendiada e imaginen entre su reflejo sobre las vitrinas que alguien por ahí quiere viajar de Irak a Irán cual Alejandro atemporal, conquistador de conquistadores, estandarte de la libertad. Y sí, dios sí le da alas a los alacranes, aunque los que encontrarán en los platos de clorita no pueden volar.

3. Vayan. Porque tal vez sea la última imagen sensata que tengan del origen de tierras lejanas ahora llagadas de Islam. Pues cuando la paranoia nos invada tal vez recordemos las miniaturas iluminadas de los poemas amorosos, los pequeños lechos labrados en piedra con sus amantes postrados, las urnas con picos y zapatitos; y entonces elegiremos cerrar la puerta a la leyenda negra que el Imperio actual tiene de moda.
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