El eco del grito
Pensé en seguir con mis alegorías. Pero luego las sentí insípidas y opté por la siempre condimentada autocensura. Y hoy, mi deber-ser alegórico regresó, aunque tengo la certeza de que toda alegoría puede ser convertida en estandarte de cualquier ideología: vayan pues por sus sinuosos caminos ideológicos y tomen el entorno, amásenlo, mastíquenlo, escúpanlo y diseñen sus utopías con este mundo de plastilina.
pd: y pronto, muy pronto, amaré nuevamente a la humanidad, me amarraré un lazo rosa en la lengua (como esa que grita dentro de mi olla express) y diré cosas lindas. Seré miel, jijos...
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