lunes, abril 23, 2007

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Y uno supone que el anonimato es una vitrina, o el exhibidor permisivo con ventanas limpísimas. Mas es sólo una rendija. Nos asomamos por ella y creemos que hemos visto todo. Y nos alejamos, orgullosos, con mil y un historias por contar. Ignoramos que lo visto es como aquellos recuerdos de infancia que resumen horas o días en un par de instantáneas. Lo más grato, lo más terrible, lo más intenso, lo más triste; y nuestro album guarda blancos y negros ignorante de la gama infinita de grises. Y no hay remedio puesto que nadie quiere ser juzgado, nadie desea quitarse la careta; porque tal vez seamos seres horribles, sucios y despiadados o, en el peor de los casos, frágiles como un recién nacido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que la muerte sea como un sueño más...

Erika Mergruen dijo...

ande, cante una nana, zzzz