El Altar
Ja. El iluso del Roderico se la ha pasado toda la madrugada bailando danzón. Cree que hoy es su fiesta: El Día nacional de Roderico, el fiel. Por todos lados ve su efigie, la admira, la venera. Y baila danzón con desenfreno, machacando con sus zapatos de charol las flores de la ofrenda. ¡Ah, qué bonito el mundo de los muertos! ¡Ah, qué bonito el mundo de los vivos!
Yo me largo a apagar las veladoras para evitar incendios y para obligar a mi mayordomo que se duerma: ya le puse una almohada y un zarape sobre el pan de muerto.
No olviden leer sus calaveritas... y si se ofenden no es mi culpa, ni de los autores, quién les manda defender banderas y colores insulsos. Aquí, en este méndigo aljibe, puro limbo, pura grisura, puro danzón apolítico con el Roderico.
Tan-tán
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