lunes, octubre 23, 2006



Nada --o casi nada-- supera la dulce sensación de "echarse una siestecita" y despertar con migraña. Imagino que las neuronas --las mías-- culposas deciden alterar los flujos y reflujos sanguíneos para que el más mínimo ruido se convierta en monstruoso alarido. Y enfin, uno saca los blisters y se sirve Coca-cola helada y luego se toma un café caliente y espera que con este caleidoscopio de sustancias reactivas las neuronas culposas dejen de serlo (culposas, todavía las necesito como neuronas).
Pero, total, si la migraña llega después de cumplir mis ocios no tiene trascendencia alguna. Así pueden ir al cielo azul a leer nuevos cuentos rusos y disfrutar su ocio antes que la culpa haga lo suyo.
Y vayan afilando sus cuchillos y/o sus tenedores. Contrario a lo impuesto por cualquier hado ancrónico, sí habrá TERCER concurso de calaveras y creo, supongo, intuyo que hoy más que nunca este país (y el mundo) da para "calaverear".
Y me voy a recuperar mi ocio que mañana debo pasear con mi amiguito Maldoror.
tan-tan

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