lunes, noviembre 15, 2004

the milkman o el mago de la lactosa

No es lo mismo OIR el radio que ESCUCHAR el radio. Si trabajo con el seso (sí, a ratos lo logro) oigo el radio; si trabajo con las manos, lo escucho. Existe un promocional de presidencia, de esos donde se ensalzan los logros del jefe en turno. Parece que en este sexenio se ha logrado una prodigiosa fórmula de leche (que expende gratuitamente Liconsa) con la cual los niños crecen mágicamente. Esto último lo adivino gracias a la voz de una madre agradecida porque su vástago, en lo que va del sexenio, ha crecido fuerte y saludable (anuncio dixit).
¡Qué chingón! Imaginé un mago de Terramar, o mínimo un niño Potter, saltando entre vaquitas, varita en mano, reinventando la nutrición de nuestro jijo país tercermundista.
Escena: La fantástica fórmula láctea que acabará con la desnutrición mundial, vertida en un frasquito reluciente de diamantina, escondida en alguna cueva mística con un par de duendes a modo de custodios (los dragones ya no están in).
La única duda que me queda es: ¿a quién debo mentarle la madre?:
a. a los asesores, que desquitan sus sueldos con gusto y alegría.
b. a los creativos, que han de tener unos despachos monísimos.
c. a "todos junto ya"
d. a nadie, porque los radioescuchas seguro se tragan las aventuras del mago...

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