jueves, septiembre 29, 2005

1. Mientras esto escribo devoro uvas verdes a diestra y siniestra. Me muero de hambre, pero tanto ver comida al óleo me tiene empachada. Las uvas son suficientes, muy azucaradas; aunque unas papitas fritas me darían mayor satisfacción mas dejan los dedos grasosos y las migas caen dentro del teclado. Y parece que este trabajo llega a su fin por lo que podré darme, mañana, un bloguitour.

2. Parece que Roderico ha conseguido nuevos inversionistas para Mergruen Inc. y así poder continuar nuestras sesudas investigaciones para ofrecer al aljibeño promedio novedosos productos JElicidad:



Muchos reconocen nuestro impecable logo, otros, los más nuevos, no tienen ni idea de qué va pero intuyen la poderosa fuerza que emana de sus colores.

3. Pero antes debo traer un par de cuadros con aquello de "quién fue primero, ¿el huevo o la gallina?". Ya verán... Ahora sí, me voy al súper...
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lunes, septiembre 26, 2005

Dediqué un rato a recrear --lo que en jornada laboral se nombra perder el tiempo-- el ajetreo de una legión de ángeles en una cocina: unos acarrean agua, otros examinan la textura de las raíces; los más cuidadosos quitan la cáscara crujiente de una pila de cebollas. Y van de aquí para allá, levantando ventiscas con las inmensas alas que en ocasiones provocan el rodar de unos dientes de ajo o atizan el fuego del hogar esparciendo, con peligro, las pavezas. Deben ser muy diestros los ángeles porque no portan mandiles y sus vestidos continúan igual de inmaculados; y tal vez no sea destreza sino divinidad pues ¿qué verdura, qué trozo de aguayón, qué betabel siniestro --en sus cinco sentidos-- osaría corromper la pureza de estos seres?
Mas luego, en mi recreación, me cuestiono si aquellas alas desplegadas no son guarida de ácaros y piojos inmundos; y si las mismas no expelen ese tufillo que tanto odio de las aves: ese olor a usado, a sesos decrépitos, a vejez implacable. Pero no. Esas manos emplumadas sólo podrían albergar bichos iridiscentes, limpios, amigos.
Al final, agradezco a Murillo el haber podido perder el tiempo a través de su vida agitada y de su gloria no vivida. Quien logró concebir este evento "cotidiano" merece ser recordado:


La cocina de los ángeles, Esteban Murillo.

jueves, septiembre 22, 2005

Con las prisas olvidé dejar un pasaporte para un paseillo virtual: buscando encontré este sitio para pasear por Herculano y anexas. Me parece que en el monitor sabe más sabroso que en los libros y se puede ver de todo. Adecuado para aquellos que afirman que Roma no ha caído. (Se recomienda, como música de fondo, Carmina Burana o, en su defecto, el soundtrack de Gladiator). Tome su pasaporte.
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miércoles, septiembre 21, 2005

Llevo un rato leyendo un tal Codex Romanoff que, en teoría, es la transcripción de las anotaciones sobre cocina del mismísimo Leonardo Da Vinci. Tiene de todo un poco: recetas, descripciones de ingredientes y servicios, hasta comentarios personales de Da Vinci. Y entre páginas y páginas, diagramas de asadores innovadores, reformas para la cocina y hasta un rebanor de huevos automático (hermoso).
Pero las horas dedicadas a la búsqueda de pinturas renacentistas con comida de por medio han sido infructuosas. Busco y busco y estoy a punto de enloquecer entre tantos Via Cruxis, Anunciaciones, Juicios Finales, y más cruces, y llagas, e INRI y Magdalenas plañideras y vírgenes que asoman por cientos. Y claro que no me detengo a admirar las coposiciones o cómo de un Cristo a otro el claroscuro o el tono lívido de los pómulos es más sorprende que en otros. Busco comida y no la encuentro. Pero, al vuelo, me topé con este cuadro de Bellini, Cristo muerto entre ángeles que rompió mi observar cansino: es hermoso y no tengo tiempo para explicarme el por qué



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lunes, septiembre 19, 2005

20 años

Es inevitable recordar la ciudad pasmada, la ciudad polvosa, la ciudad llamarada, la ciudad metamorfosis, la ciudad tristísima, la ciudad miedo, la ciudad odiada, la ciudad amada... recordar que cuando los muros y as varillas cederieron, otros muros inasibles también fueron derribados: en los días que siguieron al temblor del 19 de septiembre de 1985 el chilango era otro, estaba desposeído de sus máscaras, de su arrogancia, de sus clasismos, de su neurosis, de su egoismo; tan humano el chilango, tan amoroso, aterrorizado. Y ahí resplandecía ese lado luminoso de todo grupo que se hacina contra toda idea cuerda de convivencia.
20 años después esa iridiscencia está oculta, las más de las veces; pero quien la ha presenciado ama a los chilangos, ama los vestigios de Tenochtitlan.
Otros desearon que las varillas y el cemento nos borraran. Esos son necios. Pequeños ciegos.
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lunes, septiembre 12, 2005



Y tal vez podría recurrir a lo que hacen los niños de ciertas edades: animar. Animaría los conceptos y todo aquello que me es inasible para así aterrizarlos, materializarlos en un intento de ordenar todo lo que se escurre y erradicar, de una vez por todas, cualquier sobresalto.
Por azar he encontrado a Ayres. Yo buscaba vasijas griegas para un trabajo. Y ella, Ayres, es la invitación para animar la fragilidad que tanto me aterra, que tanto me fascina, que es un misterio antiguo como aquel que dilataba las pupilas cuando contemplaban el fuego.
Y con ella, a través de ella, por ella, puedo "renombrar" a la fragilidad: Ayres... es casi un murmullo o casi un aullido o casi el sonido estridente que estrella los cristales de la intuición.
Ahora, la fragilidad, duerme en una cueva arrullada por la nana de las raíces. Y no importa si la abandono --sólo un poco-- porque debo trabajar como trabaja la gente grande. Nadie puede quitármela, su nombre, Ayres, está grabado en la piedra.

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jueves, septiembre 08, 2005

Llevo una semana inmersa en el mundo de la gastronomía y no precisamente por lo que brota de mi estufa sino por los libros y los datos, nuevos y antiguos, que necesito para el trabajo en curso. Dice el refrán que "lo que bien se aprende no se olvida", claro que no se olvida del todo pero sí queda marchito en la memoria por lo que el uso de aspersores neuronales es vital.
Para los amantes del caviar, de sabores y/o emociones fuertes dejo una apetitosa receta de una salsa exitosísima en la aurea Roma y que también fue saboreada en las mesas medievales, además de que fue objeto de fuertes intereses económicos y hasta están los que afirman que este condimento fue uno de los factores que provocó que los romanos conquistaran las Galias. Las comparaciones gastronómicas son ociosas, pero podría especular que esta salsa fue como la catsup actual: ¡échenle a todo, que sabroso es! :



Para elaborar Garó (del latín garum) junte usted todas las vísceras y demás desperdicios del pescado que tenga a la mano, lávelos bien y póngalos a macerar en salmuera durante varios días. Cuele la mezcla y reserve el líquido para bañar sus asados (carnes blancas o rojas, indistintamente), y todo aquello que aterrice en su plato. Se recomienda guardar la salsa en una ánfora, en un barril de madera fina o en un vitrolero, éstos últimos son muy decorativos. Provechito.
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lunes, septiembre 05, 2005

de pensamientos malaleche

1. He imaginado ser dios, no una vez, ni dos. Y por ello tengo una lista detallada de lo que haría: en uno de tantos incisos planeo agarrar a la humanidad toda y verterla en un gran --y divino-- procesador de alimentos. No para exterminarla --que es divino-- sino para hacer una mezcla, una buena masilla para moldear a todos los individuos de nueva cuenta. Sí, sería como hacer galletas. Y entonces, con mi humanidad uniforme, repoblaría la tierra, algo que podría llamarse "la globalización de jengibre (divino)". Y por un momento contemplo esta armonía que se sostiene en la imposibilidad de la diferencia, del desacuerdo de la no igualdad.
Pero entonces, yo, el que fuese dios magnánimo, observo cómo mis galletas que corretean por las praderas empiezan a devorarse entre sí. Enfurecido les mando un diluvio lácteo para que mueran las ingratas, las necias, las estúpidas galletas (el diluvio es simplemente un litro de leche, divino, vertido sobre el planeta).

2. Quisiera ser dios, o un dios, o muchos dioses porque en mi humana soberbia me siento capaz de arreglar todo desperfecto. He imaginado cercar naciones enteras, o mezclar distintos bandos arrojándolos en una isla remota como experimento pedagógico, y divino, para traer "paz a los hombres de buena voluntad". Seré genial. No entiendo como dios no me hace dios a la voz de ya.

3. Pero a ratos descubro el por qué de mi no divinidad: he pensado, y ya no imaginado, abandonar a los ahogados a su suerte para que mueran con tristeza como otros mueren con las barrigas hinchadas, con los cuerpos desmembrados, muertes tristes, vergonzantes, siniestras. Y quise enviarles rifles con aderezos criollos y con perejil picado espolvorear mi sentencia: aprendan su lección, aprendan, aprendan... y con esto me percato de cuan imbécilmente humana soy, tan corta de entendederas, tan mezquina como todos aquellos a los que, en divinidad, quisiera transformar. Hoy no quiero ser dios. Pasado mañana, tal vez, a lo mejor.
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jueves, septiembre 01, 2005

burbujas retro

A nadie interesa si estoy regando migajitas sobre el teclado provenientes de mi pan de caja que abriga unas rodajas de salami; o si observo cómo el reloj se acerca al mediodía lo cual indica que es hora de cocinar; o si el tiempo ya no es mi tiempo porque mi trabajo se ha vuelto demasiado "serio" --para mi gusto--. Todo esto es intrascendente para el ojo lector. Pero lo que sí debe interesar es la higiene lúdica: si el baño de cada día se convierte en un rápido chapoteo el la regadera ¡temed la ira de los dioses! porque se pierde cualquier disfrute.
Hacía rato que no compraba un gel de baño, tuve que conformarme con vil jabón que, aunque perfumado, no regala las mismas burbujas ociosas y aromatizadas que el gel. Nada mejor que llenarse de burbujas, hasta quedar blanquito de jabón. Traten, háganlo, burbujeen en la bañera o en la regadera. Es bueno pa la salud (Bob esponja lo sabe, por ejemplo).
Y ojo al elegir la fragancia: destapen el recipiente aunque el poli del súper los vea con ojos de gavilán. No vaya a ser que terminen mareados con un aroma de durazno y se desmayen y se ahoguen en la coladera.
Y nada como el afiche retro para hacerse una idea:

Para el aljibeño pendenciero, jabón El Gato:



Para el aljibeño poco afortunado, jabón El Trébol:



Para el aljibeño pasado de lanza, Jabón del Explorador:



(Aunque ya sé que, a escondidas, comprarán uno más fancy, no se hagan):


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