lunes, septiembre 19, 2005

20 años

Es inevitable recordar la ciudad pasmada, la ciudad polvosa, la ciudad llamarada, la ciudad metamorfosis, la ciudad tristísima, la ciudad miedo, la ciudad odiada, la ciudad amada... recordar que cuando los muros y as varillas cederieron, otros muros inasibles también fueron derribados: en los días que siguieron al temblor del 19 de septiembre de 1985 el chilango era otro, estaba desposeído de sus máscaras, de su arrogancia, de sus clasismos, de su neurosis, de su egoismo; tan humano el chilango, tan amoroso, aterrorizado. Y ahí resplandecía ese lado luminoso de todo grupo que se hacina contra toda idea cuerda de convivencia.
20 años después esa iridiscencia está oculta, las más de las veces; pero quien la ha presenciado ama a los chilangos, ama los vestigios de Tenochtitlan.
Otros desearon que las varillas y el cemento nos borraran. Esos son necios. Pequeños ciegos.
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