miércoles, diciembre 31, 2003


Escher


¡El año ha muerto, viva el año!
Queda aplicarse con las cazuelas, poner un par de velas coloridas y aromáticas, alejarse poco a poco de las fiestas y regresar al enero-real. Definitivamente diciembre es un mes algo aciago, como aquellos aciagos días en la gran Tenoch, donde nadie sabía si el sol seguiría su curso o se detendría para siempre en el horizonte. Enero es el sol recorriendo la bóveda, la actividad regresa a su rutina y aunque todo es incierto siempre llegamos con ese espíritu renovado del fuego nuevo.
Que todos sigamos en este 2004 que asoma.

nota: y para iniciar el año, Village-Photos ha suspendido su free host; el regreso de la gráfica en el aljibe es obra de Yahoo...

martes, diciembre 30, 2003

Me vibra este final de año: llueve, no chispea, LLUEVE. El pseudoclima de esta ciudad es irreverente; teóricamente la lluvia se fue hace tiempo para dejar su sitio al invierno reseco. Las urbes desconocen las teorías.
Aquí en la colina todo el polvo se esta yendo por las coladeras, y está esa luz cobriza reesbalando por los muros. Mis cubetas son invocadoras.
El pequeño ahuizotl se apiadó de nuestros pergamínicos espíritus y nos mandó una nube desde esos territorios acuáticos que sólo él conoce, ahí donde el canto de los ahogados es nana eterna.

lunes, diciembre 29, 2003

Así como la organización del tiempo da cierto orden a los días, los rituales elevan el significado de lo que nos rodea. Resultan evidentes en los ámbitos religiosos, políticos y en todos aquellos respaldados por una institución. Pero quedan los rituales cotidianos, los que parecen tan nimios, incrustados en las tradiciones familiares o en los pensamientos más íntimos de cada quien.
En esta casa existen rituales. Antes de año nuevo se sacan cubetas, trapos y sustancias harto aromáticas para intentar sacar brillo a toda aquella superficie que se deje; en este ritual no hay seguidores (sólo yo). Sin embargo los no iniciados pueden disfrutar la cena de fin de año entre destellos y expresiones de ¡huele a limpio!
Será el vano intento de limpiar lo pasado, de pretender días venideros inmaculados; o será la certeza de que nuestro intento es sólo abalorio respalandeciente de imposibilidad.
Limpiemos.

sábado, diciembre 27, 2003

Y como Papá Nöel sí vino fui por mi antología de Gottfriend Benn, y fue el día más pertinente pues a lado del libro de Cátedra estaba Postludio, otro poemario, otra editorial. Una voz más. Todas estas voces son furtivas; asoman, se esconden, y por fin llegan en momentos inesperados para sonorizar nuestros días.

Sólo cuando

No el paisaje de olivos,
no el Mar Tirreno
es el gran encuentro:
las ciudades blancas, vacías,
las cosas, almacenadas bajo
mudas bóvedas de sustancias hechas
y no hay sombras que enmascaren
el brillo inerte.

Vacía, la cuba de vino,
perpleja en sus destellos
nada ofrece de lejanía,
nada de impulso destructor,
y no ayuda a expandir
lo que en el cerebro dormitaba:
da cosas sureñas
pero no el motivo del sur.

Un patio de restos polares,
épocas glaciales, muro de témpanos
incluso alrededor de la Villa d'Este
y envuelta en su fuego de retamas,
sólo cuando la herida de la creación
se haya abierto, callada,
llegará desde el linde de la ciudad blanca
la hora de la emanación.

Gottfried Benn (Trad. Arturo Parada)

viernes, diciembre 26, 2003

No sé de quién fue la idea original: un posteo en eco para desear, hasta el Sur, feliz cumpleaños:


Los monigotes de Dalusk


Y mientras los sureños tienen un día extra para festejar yo bajaré de la colina para ver a esos amigos que sólo las vacaciones permiten; a pagar servicios, los regalos para los hijos (algo de estabilidad para recibir el año nuevo)...

pd: Papá Noél SÍ vino, el mismo que fuese Papá Nöel en mi infancia: mi santo padre, ja.

miércoles, diciembre 24, 2003

Un café, un cigarro y un rato para sentarse. Que afán de hacer cenas desmenuzadas y espulgadas, horas para desmenuzar pescado-seco y horas para espulgar hierbitas (móndrigos romeritos). Pero ya están todos los ingredientes listos para ser ensamblados; a prender el fogón y dejar que la casa (auténtica nevera) se inunde de cuanto aroma.
No creo en ningún mesías ya venido, ni en ninguno por venir; aunque lo que el concepto representa, esperanza, no es nada despreciable. Los asideros son vitales para andar por ahí. Postal de Edward Gorey para los aljibeños:


¡Gastronómica Nochebuena
y dulce despertar en Navidad!

martes, diciembre 23, 2003

Me parece que ya no bajaré de la colina. Ya tengo todos los ingredientes de la cena, el bacalao en remojo y una dotación de grillos y gusanitos-feos para el geco. La ciudad está revoltosa, seca y polvorienta.
Recibí llamada de los hijos desde el cálido Veracruz y ahora una llamada de nuestros amigos que emigraron a España; en el e-mail hay postales virtuales en tropel: estas voces se agradecen pues gracias a ellas uno se pone festivo, a pesar de esos lugares que este año no pondremos en la mesa.
Me voy por unas hogazas, no pretendo enfrentar el gentío mañana; esas hogazas duran días con una frescura inusual...

lunes, diciembre 22, 2003


Judson Huss

Ya se me hizo tarde, ¿tarde para qué? Ni hablar, es difícil bajarse del ajetreo cotidiano: no clientes, no hijos, no teléfono, no estufa, no calle. El tiempo es mío aunque sospecho que es más fácil que el tiempo nos posea. Vamos por los días con un guión, seguimos las acotaciones, la voz en off, los flashbacks; y cuando nos piden improvisar, sacamos nuestro guión para emergencias.
Se me ha ido este trozo de día en improvisar, así, llanamente, sin deberes ni quehaceres, sin ver el reloj.
Pero ya lo vi al encender el monitor: ya se me hizo tarde, y yo de inútil.
Creo que a ratos es UTIL dejarse estar, así, llanamente, es-tar.

domingo, diciembre 21, 2003

Complejo de faro, eso tengo hoy. Así han de sentir los faros, no lo sé con certeza porque nunca les he preguntado. Ahí están, muy paraditos, hasta que su tiempo acaba y terminan rodando fragmentados, piedras ahí, piedras allá, y con suerte, se puede tener una leyenda, como aquél faro de Alejandría.
Allí está el faro recibiendo y despidiendo, como un gran cíclope, con su único-ojo-luminaria: los barcos parten, los barcos arriban, saltan ansiosos entre olas nocturnas buscando la costa. Y ahí está el faro, guiñando su único-ojo-luminaria --ven, ven; adiós, adiós--, observando el horizonte infinito, el horizonte a donde nunca irá; sólo le resta imaginar mundos bermellones, cobaltos, frutas sin cáscara y otros faros, igualmente estáticos, pero con sus únicos-ojos-luminarias.
Nada, que toda la familia se ha ido de viaje y yo me quedo aquí, jugando al faro; el colmo, aquí no hay albatros, sólo un gorrión dando ridículos saltitos.

viernes, diciembre 19, 2003

Hoy, al finalizar el ocaso, inicia Hanukah, el festival de las luces. Cuenta la leyenda que los macabeos, tras algunas batallas, recuperaron el templo de Jerusalem de manos paganas (griegas). Encendieron la llama eterna para percaterse que sólo poseían el aceite de una pequeña lámpara. Milagrosamente, el aceite, iluminó el templo durante 8 días. Hanukah dura 8 días, 8 velas:



No importa de que templo provenga la luz, la luz es deseable para todos. Tuve el privilegio de crecer en una casa con luces compartidas (judías-cristianas); ese privilegio me alejó de cualquier templo. He escuchado a judíos maldecir gentiles (no judíos), a gentiles maldecir judíos. Yo maldigo al que maldice movido por su ignorancia, mezquindad, intolerancia y sobretodo por su estupidez. La luz es una y basta buscarla para encontrar sus destellos. Feliz Hanukah, sea.

jueves, diciembre 18, 2003

Por ahí hay una pila de libros, cada uno con un separador, y cada separador en una página diferente. Llevo dos semanas sin tocarlos. No es por falta de tiempo (esa excusa siempre esconde otros monstruos); fue hartazgo. Leo este poema de Gottfried Benn (que según dicen ya está en Cátedra):

Hermosa juventud

La boca de una niña que había estado mucho tiempo entre los juncos
parecía tan carcomida.
Cuando le quebraron el pecho, el esófago estaba tan agujereado.
Por fin, en una pérgola bajo el diafragma
hallaron un nido de pequeñas ratas.
Una hermanita yacía muerta.
Las otras se alimentaban del hígado y del riñón,
bebían la sangre fría y pasaron aquí una hermosa juventud.
Y hermosa y rápida las sorprendió la muerte:
a todas las lanzaron al agua.
¡Ay, cómo chillaban los pequeños hocicos!


y sé que deseo el libro, y sé que no lo busco pues si lo encontrara no podría comprarlo; como tampoco puedo comprar mis palabras y ante la imposibilidad armo pilas de libros que esperan regrese de mi escondite...

miércoles, diciembre 17, 2003

¡Oh, sí! siempre me quejo de no haber desayunado porque aquí nadie prepara el desayuno (léase nadie=yo). Puedo comer sola, cenar sola, pero el desayuno no es ermitaño. Si desayunara solita me quedaría dormida sobre el cereal, quemaría el pan o vería ojos en los chilaquiles. Por ello me limito a tomar café y algún yogurt-veloz. No así cuando el desayuno es en compañía. Hoy tocó descubrir, junto al tarot-master, que el restaurante oaxaqueño abre en las mañanas. El café junto a ciertos personajes es más aromático. Las vacaciones han llegado, la actividad se paraliza (la mía) y es hora de planear qué hacer con este cacho de diciembre (uf).
Para los cafeteros de corazón existe este sitio donde un tal Todd Zapoli colorea objetos inanimados:



martes, diciembre 16, 2003


Nancy Ekholm Burkert


Al ver la ilustración supe que James and de Giant Peach es un cuento y no sólo esa peli de animación inaudita que vi en la tele. Quiero el libro, con ese cuento, aunque el ilustrador sea otro. El personaje de la lombriz, el más rosado y escurridizo, es mi favorito.
Aquí en el frutero no hay duraznos, sólo un par de mandarinas maltrechas: me iré en ella por las alcantarillas de la ciudad, con una solitaria de capitán y sin más bichos (todos perecerían con la toxicidad de las aguas negras, mmm, una cucaracha es la única opción). Quién quita y el drenaje nos lleva al mar...

lunes, diciembre 15, 2003

Y Dios dijo: hágase la palabra.
Y ahí voy yo, siempre devota:

El cirujano

Bastó con el primer golpe. Por suerte era un cuchillo aserrado. No había imaginado que el esternón pudiera ser tan resistente. Cómo iba a saberlo si los únicos esternones que hasta ese momento había fracturado eran los de aquellos pollos a la leña que su madre compraba todos los domingos.
Se sintió agradecido con su pulso, su tino y con el hecho de que la tipa sentada en la otra ventanilla no volteara a curiosear. Suponía que ser testigo de una disección no resultaría grato para nadie, y menos si el tórax en cuestión era el del propio cirujano.
Hundió la mano, tanteó. Todos aquellos fragmentos podrían haberse quedado en la oscuridad perpetua de no haber sido por aquél que tenía incrustado en un pulmón. Era apenas una astilla. Y de una vez aprovechó la cirugía, y el tiempo del recorrido, para sacar cada uno de los fragmentos de su corazón.
Armó el rompecabezas. Lo imaginó rojizo, caliente, latiendo enloquecido. Pero era inútil. Arrojó, por la ventanilla entreabierta, uno a uno los trocitos secos. Limpió la cavidad, ahora vacía, con su pañuelo. Una sanadora amnesia le hormigueaba por todo el cuerpo. Tomó la aguja con sutura y comenzó a remendar la herida.


Y entonces dijo: Hágase la imagen. (Dándole en la madre a mis palabras):


David Mckean


Desde entonces soy atea. (Y los letrados me lapidan con jitomates. Sea.).

domingo, diciembre 14, 2003

Dice el refrán: En el pecado lleva la penitencia.
Y el refrán resulta atroz de tan cierto.

Locutions des Pierrots, XVI
Jules Laforgue

Je ne suis qu'un viveur lunaire
Qui fait des ronds dans les bassins,
Et cela, sans autre dessein
Que devenir un légendaire.

Retroussant d'un air de défi
Mes manches de mandarin pâle,
J'arrondis ma bouche et j'exhale
Des conseils doux de Crucifix.

Ah ! oui, devenir légendaire,
Au seuil des siècles charlatans!
Mais où sont les Lunes d'antan?
Et que Dieu n'est-il à refaire?


***

No soy mas que un vividor lunar
Que hace ondas en los estanques
Y ello, sin otro designio
que volverse legendario.

Replegando con aire desafiante
Mis mangas de pálido mandarín,
Modulo la voz y exhalo
Dulces consejos de Crucifijo.

¡Ah! ¡Sí, volverse legendario,
En el umbral de los siglos charlatanes!
Pero ¿dónde están las Lunas de antaño?
¿Acaso Dios no puede ser re-creado?

viernes, diciembre 12, 2003


Un anónimo del s.XVIII. La iconografía de los santos y vírgenes puede ser sublime, más allá de las creencias (y des-creencias, comme moi). La antiquísima maquinaria religiosa es un buen nicho para la creatividad (en el tono que sea). Para los ojitos guadalupanos.

El jueves estuvo sabrocito y tan festivo fue que a la medianoche cuetes y bengalas ornaron la colina; por aquí aún reciben el día de la Virgen de Guadalupe. Los tronidos ya no duran aquellas horas de insomnio asegurado; en teoría los cuetes están prohibidos. Hoy el día está seco y caluroso, sobre la ciudad flota una nube impía (partículas suspendidas y cuanta porquería imaginable), las detonaciones excesivas hubiesen empeorado el ambiente (ja, ya está desastroso).
Enfin, hoy tengo mi primera posada (obra de teatro incluida); pondré mi happy-face e intentaré cruzar palabras con los entes que asisten a la escuela de mi hijo (que necesita unos cascabeles).

jueves, diciembre 11, 2003

Cuando uno anda volátil (dícese del traer todas las ideas, todas las vísceras, todas las empatías y apatías flotando) no hay nada como volverse terreno. Los últimos dos días dedique tiempo a abonar las plantas, podar marañas indescifrables, limpiar ventanas --para que mis vecinos puedan espiar--; y dediqué otras horas al fogón: hoy hay muchos lugares en la mesa (o habrá, ahorita plancho el mantel-mancha-de-romeritos). Y vaya, esta ocasión el panqué (marmoleado) no hizo de las suyas: quedó inflado, doradito y espera en la mesa. Estos días me refugiaré en el horno, remedio infalible para amarillear los azules internos. Vienen los días del fruit-cake (ya sé a quién le toca el primero, ja).

miércoles, diciembre 10, 2003


Francis Bacon


Usted no pretenderá preparar un beef Stroganoff ya que el último Zar (sus huesos) aún anda resentido y guiará sus dulces sueños para que el apocalipsis ocurra en una calzada transitada (precisamente en la encrucijada) donde dos trailers inmensos (uno cargado de reses y el otro de arena) se estrellarán, retorcerán, volarán y sembrarán las calles con reses polvosamente muertas.
Usted no intentará guisar un beef Stroganoff pues al día siguiente, en su sueño, el sol hará lo suyo y entre tufos de cadáver surgirá un volcán que ahumará los vestigios de esa calle y algún dios espolvoreará anilina roja en el cielo para que usted descubra que la bóveda celeste es una gran pecera y sus días terminarán en un rojo despertar.

pd: me voy a cortar el filete...

martes, diciembre 09, 2003



Hace unas semanas Rod me pidió una selección (subjetivísima) de Magritte, versitos incluídos, para la galería de su nueva revista virtual, EL GUARDAGUJAS.. Él ha dedicado horas para compartir su placer por la literatura fantástica. ¿Qué gana? Lo que algunos ganamos al realizar ciertas actividades: ese algo que todavía no tiene nombre y que debe continuar.
Los virus me atacaron ayer, trepanan mi cabeza y escurren por mi nariz; ellos, tan cínicos, lo ven a uno vulnerable y emprenden su cruzada invernal... regreso a la camita.

lunes, diciembre 08, 2003

Ayer montamos nuestro escenario decembrino: un árbol. Hoy la casa amaneció témpano, pero con aroma a pino; el hijo dirigió la operación cuando regresó a casa (cuando algo lo emociona se vuelve narrador). Peleé con las luces, cada año hay que repararlas, con paciencia, amorosamente (al final basta sacudirlas con un ¡prende, jija! y obedientes, prenden).
Una de las series tiene casi mi edad; las típicas luces con forma de estrella. Las moradas que tornasoleaban me hipnotizaban, con su color impreciso, indescifrable; aún me hipnotizan aunque ahora lo indescifrable vive en otros territorios, lejos de esos trocitos dulces de infancia.

Nocturnos de la ventana (fragmento)
F. G. Lorca


Al estanque se le ha muerto
hoy una niña de agua.
Está fuera del estanque,
sobre el suelo amortajada.

De la cabeza a sus muslos
un pez la cruza, llamándola.
El viento le dice "niña",
mas no puede despertarla.

El estanque tiene suelta
su cabellera de algas
y al aire sus grises tetas
estremecidas de ranas.

Dios te salve. Rezaremos
a Nuestra Señora de Agua
por la niña del estanque
muerta bajo las manzanas.

Yo luego pondré a su lado
dos pequeñas calabazas
para que se tenga a flote,
¡ay!, sobre la mar salada.

domingo, diciembre 07, 2003

Colecciono cuadros virtuales de Beksinski que logran inundar mi monitor; sólo uno me ha parecido, realmente, terrorífico. Todos lo son, aunque el terror se queda en los trazos y no sale del cuadro (entonces soy espectador); este me provoca lo contrario, el terror sale de aquí dentro, inunda las cavidades y se esparce por las paredes del cuarto (aquí soy protagonista). Es una alegoría de todo aquello que no quiero ver, recordar, intuir, aceptar ni sentir. Este fin de semana es una mancha que se extiende:

viernes, diciembre 05, 2003

Ayer tuve mi primera pelea navideña aunque aquí, hace muchos años, las dichosas navidades son inexistentes (privilegios de una familia en extinción). Pero cuando de iconos se trata siempre estoy dispuesta a adoptar uno o dos como favoritos gráficos, sin importar el origen de la festividad. Siempre tendré arbolito natural, lleno de focos (será que dentro de mí sobrevive algún nativo de isla desierta embelesado por los abalorios).
De todos los iconos navideños me quedo con los hombrecitos de jengibre, no sólo por su sabor y las horas dilapidadas para decorarlos, sino por el cuento de aquella galleta que huía por los caminos, retando a cuanto personaje se le ponía enfrente:


Y allá iba, como alma que lleva el diablo, sintiéndose inmortal (si acaso podemos hablar de una mortalidad galletesca). A la diminuta galleta plena de arrogancia la conocí por primera vez en una edición que me regaló mi santo padre (ya perdida en tantos naufragios) donde el personaje olía, literalmente, a jengibre. Más tarde descubriría la misma historia en los cuentos rusos; sólo que en lugar de galleta, corría un bollo. Pero al final la bandera importaba poco, la zorra universal (cruenta y astuta) se lo comía de un bocado; merecido se lo tenía, galletita pasada de lanza.
Y claro, como en toda fábula tenemos la moraleja. Haciendo recuento de los años podremos vernos transformados en esa galleta, crujientísima, zozobrando en la saliva de los otros: galletas somos y por el camino andamos...

jueves, diciembre 04, 2003

Existe un territorio donde las miradas se transforman y por un momento vuelven a poseer el brillo que se llevó Infancia; las miradas escurren por las superficies, por los rostros y se detienen para memorizar los objetos amados.
En aquel territorio, las miradas son olfato, son gusto, son tacto; y niños nuevamente no reparan en tocar y comer e impregnarse con todos los aromas --los niños son coleccionistas natos--. Las miradas se toman de las manos porque es en las líneas de las manos donde se guardan los grandes secretos.
Y lejos de aquel territorio ellas se pierden en los días. Mas el azar las reúne, se reconocen, se miran cómplices. Y en el rabillo del ojo traen escrito el nombre de aquel territorio, te quieros empalagosos --para los niños solo delicia-- y la memoria de los rostros, de las superficies y de los objetos amados que nadie ha de poseer.

miércoles, diciembre 03, 2003

Ayer me fui toda la tarde a la calle, llevé al hijo a gastar su regalo de navidad que le dio su abuela: horas para bajar de la colina, horas para subir y en el inter entrábamos a las tiendas a ver y reir. Dedicamos gran parte del tiempo a ver reptiles, al final decidimos que utilizaríamos la pecera vacía para unos cangrejitos comunes (lo más adecuado para mi bolsillo, después de admirar las tortugas más hermosas que he visto, 2,300 pesos la pieza).
Desde el atardecer dediqué yemas al teclado: afinar un pequeño artículo, limpiar un par de archivos, elucubrar con ciertas sanguijuelas y apagar con gran aspaviento esta máquina gracias a un mago que no sabe qué hacer con los pollos rostizados.
Olvidé lavar la ropa, lavar los platos, hacer ciertas llamadas: mis olvidos, aparentemente nimios me quitan el sueño. Durante el insomnio meditaba que es difícil pensar en perversas sanguijuelas si dediqué la tarde al hijo; que los platos y trapear la cocina no tienen nada que ver con Walter Benjamin; y que debería diseñar un control remoto para cambiarme el canal cada vez que lo necesito.
Hoy, por la tarde, nos toca jugar con el tarot:



Esta Templanza es curiosa, tiene otro nombre, vierte colores en lugar de escanciar el agua, y vuela. Simbólicamente la templanza sueña fusionar agua y fuego, y este afán de imposibles resulta en la búsqueda constante del equilibrio. A esta Templanza de las hadas tal vez le sea más leve esta alquímica fusión. Me parece que esta imagen retrata el mundo de Nuberu (blog harto entrañable).

martes, diciembre 02, 2003

Será Hormonitas o será el sereno, pero llevo toda la mañana congelándome, mi termostato-interno no funciona, me duelen los oídos de frío, tuve semi-insomnio por frío y pareciera que mantas, colchitas, y todo-ente-abrigador en esta casa está descompuesto. Lo peor es que el frío me está escarchando las palabras y las ideas y los colores y los rostros que recuerdo; y me siento una mala imitación del capitán Scott tristemente perdido en la blancura (de los muros, que aquí nieve sólo tenemos de limón).

pd: hay que leer el texto-citadino (impecable) de Alberto

lunes, diciembre 01, 2003



Ahora que inicia diciembre, paradójicamente, inicia el final del año; más allá de las fiestas, la cotidianidad se resquebraja: vacaciones, trabajos acelerados o pospuestos, aguinaldos y ausencia de ellos. Es imposible ignorar las pautas artificiales del tiempo, el entorno se encarga de ello. Un cambio de colores disfraza el deseo de aligerar estas épocas decembrinas.
Y en el intento, rogaremos a las piedras. O nos ocuparemos de letras entrañables y ajenas:

TROPOS
Siempre es más tarde de lo que parece: el cosmos se apresura a terminar sus asuntos. Soy arcano sin número. Danzo en el vientre acuático del aire y mis manos se transforman en estrellas, en peces trágicos o en palomas picoteando la superficie de las apariencias. Si cierro los ojos soy un punto en el centro exacto del mapa. La esfera crece en todas direcciones y sus límites tocan otras esferas que no me atrevo a imaginar. Mi vida es un ancla y mi corazón un puño de tierra que me jala hacia la tierra. Por eso vuelo: recorro las situaciones y los días, conozco las escaleras y los atajos. En el agua, hay frente a mí una puerta de cielo invisible; en el cielo, hay frente a mí una puerta de agua donde la muerte es siempre un vuelo interrumpido, un acontecer de silencios y palabras deshojadas.
Ricardo Bernal