jueves, diciembre 18, 2003

Por ahí hay una pila de libros, cada uno con un separador, y cada separador en una página diferente. Llevo dos semanas sin tocarlos. No es por falta de tiempo (esa excusa siempre esconde otros monstruos); fue hartazgo. Leo este poema de Gottfried Benn (que según dicen ya está en Cátedra):

Hermosa juventud

La boca de una niña que había estado mucho tiempo entre los juncos
parecía tan carcomida.
Cuando le quebraron el pecho, el esófago estaba tan agujereado.
Por fin, en una pérgola bajo el diafragma
hallaron un nido de pequeñas ratas.
Una hermanita yacía muerta.
Las otras se alimentaban del hígado y del riñón,
bebían la sangre fría y pasaron aquí una hermosa juventud.
Y hermosa y rápida las sorprendió la muerte:
a todas las lanzaron al agua.
¡Ay, cómo chillaban los pequeños hocicos!


y sé que deseo el libro, y sé que no lo busco pues si lo encontrara no podría comprarlo; como tampoco puedo comprar mis palabras y ante la imposibilidad armo pilas de libros que esperan regrese de mi escondite...

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