sábado, diciembre 27, 2003

Y como Papá Nöel sí vino fui por mi antología de Gottfriend Benn, y fue el día más pertinente pues a lado del libro de Cátedra estaba Postludio, otro poemario, otra editorial. Una voz más. Todas estas voces son furtivas; asoman, se esconden, y por fin llegan en momentos inesperados para sonorizar nuestros días.

Sólo cuando

No el paisaje de olivos,
no el Mar Tirreno
es el gran encuentro:
las ciudades blancas, vacías,
las cosas, almacenadas bajo
mudas bóvedas de sustancias hechas
y no hay sombras que enmascaren
el brillo inerte.

Vacía, la cuba de vino,
perpleja en sus destellos
nada ofrece de lejanía,
nada de impulso destructor,
y no ayuda a expandir
lo que en el cerebro dormitaba:
da cosas sureñas
pero no el motivo del sur.

Un patio de restos polares,
épocas glaciales, muro de témpanos
incluso alrededor de la Villa d'Este
y envuelta en su fuego de retamas,
sólo cuando la herida de la creación
se haya abierto, callada,
llegará desde el linde de la ciudad blanca
la hora de la emanación.

Gottfried Benn (Trad. Arturo Parada)

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