lunes, diciembre 29, 2003

Así como la organización del tiempo da cierto orden a los días, los rituales elevan el significado de lo que nos rodea. Resultan evidentes en los ámbitos religiosos, políticos y en todos aquellos respaldados por una institución. Pero quedan los rituales cotidianos, los que parecen tan nimios, incrustados en las tradiciones familiares o en los pensamientos más íntimos de cada quien.
En esta casa existen rituales. Antes de año nuevo se sacan cubetas, trapos y sustancias harto aromáticas para intentar sacar brillo a toda aquella superficie que se deje; en este ritual no hay seguidores (sólo yo). Sin embargo los no iniciados pueden disfrutar la cena de fin de año entre destellos y expresiones de ¡huele a limpio!
Será el vano intento de limpiar lo pasado, de pretender días venideros inmaculados; o será la certeza de que nuestro intento es sólo abalorio respalandeciente de imposibilidad.
Limpiemos.

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