viernes, febrero 06, 2004

Ya no voy a blasfemar. Escribiré como el ser respetable que soy (risas y estación de radio retro al fondo). Iré cínicamente al nuevo taller de los viernes; terminé lo agendado (ajá). O casi: estoy reformateando las sesiones del taller de poesía para ajustarlo a los nuevos tiempos; no quiero que los talleristas (que vibran bien) se duerman con mis peroratas.
Y digo que ya no voy a blasfemar porque ayer me salvé de que me arrebataran la bolsa (o las bolsas del súper, le tocó a la que estaba a 3 metros de mí); parece que la acera de esta colina se ha convertido en campo de pillerías: van tres atracos con el mismo modus operandi (¿qué, ya no debo llevar bolso?). Enfin, la violencia tiene una energía expansiva, lo deja a uno tristemente eléctrico.
Me voy a comer pollito con mole; dejo el espíritu de lo que guisé (y no es san pollo, a los pollos no les es permitida la santificación):

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