jueves, octubre 14, 2004

Está la frase: siempre llega tarde a donde nunca pasa nada. Esa es la sensación que me cargo desde ayer. ¿Por qué? sólo el dios de abajo sabe: será el clima, será el sereno, serán las hormonas, será la luna, será el mentol de los cigarros...
Mejor hablamos del Chartreux. En la Danza Macabra aparece este personaje, le chartreux. No sabía cuál era la traducción pues el único Chartreux que conozco se sirve en copa. Pero una cosa lleva a la otra: un Chartreux pertenece a la orden de san Bruno comunidad religiosa austera y penitente, y cuyos monjes viven en perpetuo silencio y jamás comen carne ni toman bebidas alcohólicas.
Pero no basta llevar una vida de total abstinencia para ser santo (erróneamente pensamos que el sinónimo de santidad es la pureza). Para lograr la categoría de santo, además de llevar una vida impecable, es necesario el suceso sobrenatural (un contacto directo con la divinidad). En el caso de san Bruno dicho suceso ocurrió cuando, en un entierro, escucho al muerto lamentarse de ser juzgado y condenado cuando, a primera vista, todos lo catalogaban de purísimo habitante de la tierra.
Algo de piedad ha despertado en mí el tal Bruno porque en la dichosa Danza el Chartreux es tristísimo. Además, los versos que lo acompañan son más tersos que los otros, menos sentencia y más verso lírico. Total, al final de mis hagiográficas investigaciones no sabía cómo traducir Chartreux: brunino, brunesco... basto con decirle al partner qué cómo diablos se le dice a un brunino para que él respondiera: cartujo.
Me voy a limpiar la colina; el día no está para cartujos. De la actualización de Osiazul mejor recomiendo un clásico ruso: el pájaro de fuego.

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