Aquí dentro, en mi tatema, debo tener un chip (puesto que no creo sea una neurona) que ha catalogado los alimentos. El chip cree que si vienen envueltos en bandeja, con código de barras y cubiertos con plástico adherente están más muertos que si vienen bajo un presentación más artesanal; éstos últimos están menos muertos, justo en el umbral.
Allá, en la cocina, junto al escurridor hay tres truchas que, aparentemente, están igual de muertas que los pescados que venden en el súper: esos que yacen sobre una cama de hielo, muy bien formados observándolo todo con sus ojillos gelatinosos. pero no, estas truchas están más vivas (el hijo las pescó ayer), aunque están evisceradas, lavadas, escurridas vueltas a lavar y a escurrir. No sé cómo matarlas, sólo me limito a tocarles los ojillos. Espero que mueran bien para la hora de la comida; no sé cómo guisarlas, imaginarlas en el fuego me da horror.
Hubiese ido al super, con mis truchas bajo el brazo, a pedirle al encargado de "pescados y mariscos" que las empacara con todas las de la ley. Pero ya no hay tiempo. Tendré que conformarme con vendarles los ojos y amordazarlas bien en caso de que se llegue la hora de la comida y ellas sigan poco muertas cuando el fuego abrasador les de la bienvenida.
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lunes, noviembre 28, 2005
viernes, noviembre 25, 2005
De soles alternativos
El invierno chilango se caracteriza por su sol blanquecino chingaretinas y su viento gélido arrasanarices. En algunas construcciones, como es el caso de la colina, la combinción hace estragos. Sin ninguna inversión uno se convierte en poseedor de una cámara frigorífica. No hay tragedia en ello, siempre y cuando uno saque chamarras, colchas y zarapes para sobrevivir estos muros. Pero el rigor se siente cuando uno debe desvelarse frente al monitor; alrededor de las 3:00 AM se puede llegar a algo parecido al éxtasis: el monitor se transforma en Medusa y sus ojos de bits resplandecientes hacen lo suyo. El usuario se transforma en piedra. Así estaba yo, aterida, en calidad de estatua, cuando Roderico, siempre fiel, me prometió dar con la solución al helado fenómeno. Hubiera preferido que el muy bestia se ofreciera a traerme una taza de café, o mejor una de chocolate espumoso. Enfin, no hay modo con él.
Hoy, sobre mi mesa de trabajo, encontré un bonito muestrario de "Soles alternativos". Y estoy obligada a compartir este proyecto con el aljibeño invernal, o friolento. Va:
Proveniente de los esplendorosos campos de Florida, el sol cítrico no sólo alumbrara su entorno sino que garantizara, en cada bronceado, la dosis diaria recomendada de vitamina C.
De los laboratorios Transgechick llega el primer astro libre de colesterol, sienta su calor abrazador directo en el tuétano mientras sopea, con pan o tortilla, su sabrosa yema.
Proveniente de las más exóticas islas del Pacífico, el primer sol aromatizante-incluido es el ideal para el fumador o para embellecer cualquier cocina; vea cómo, en un acto alquímico, sus rayos fulminan las espeluznantes partículas del mal olor.
Sol acuático con ojos y hábitat innovador. Sólo para niños. (nota del editor: lo escogí nomás porque es amarillo).
Tengan todos un soleado fin de semana, Yo me voy al Templo Mayor. Tan-tán.
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Publicado por Erika Mergruen en 2:27:00 p. m. 0 comentarios
miércoles, noviembre 23, 2005
Sí, alguna vez fui adolescente, hace muchos años; tantos que pareciera que esa adolescencia es de alguien más. Pero, además de un vestigio de inmadurez, todavía hoy me quedan reminiscencias de aquellos días no dorados sino de oropel. Sería estúpido idealizar aquellos días, como hacen algunos al afirmar que se dedicaban de lleno a los libros --basta con develar su mínimo horizonte en la adultez para saber que mienten--. Leí y leí y leí pues la adolescencia regala el tiempo para ello, ahora yo tengo que robar minutos al tiempo. Pero entre páginas y páginas de libros que tendría que leer ahora y no entonces, dediqué horas frente al espejo ya poniéndome mascarillas o delineando el contorno de mis ojos. Lo mismo me importaba ser "ilustrada" que ser "bonita", tan intensa es la inseguridad en la adolescencia que hoy, entre amigos, podemos reirnos de nuestros actos compensatorios de aquellos días.
Estos días he descubierto cuanto me he olvidado del espejo, y como el afán de "ilustrarme" se ha convertido en un árido territorio de introyección. Y no puedo reirme a solas, y menos entre amigos, de las inseguridades de la adultez. No son graciosas, son un enjambre de eufemismos que con su zumbido todo lo corrompe. Se me antojaría recuperar las horas ociosas frente al espejo con la única intensión de "ponerme bonita" y olvidarme de todo y de todos, ser una Alicia amnésica que nunca despierte de su sueño.
Pero los escapes de la adolescencia tienen fecha de caducidad; no así ciertas sensaciones como aquella zozobra inmensa que sentí, por primera vez, al leer un libro, Ancho y ajeno. En su momento creí que se debía a la historia en sí, o al ritmo cadencioso con el que el autor había escrito ese libro. Ahora, años y años después, comprendo que fue la intuición de que algo en esas llanuras estériles, en esos personajes mancillados mostraban no la ficción sino la realidad. Y aquella frase lapidaria, "el mundo es ancho y ajeno", lejos de la adolescencia se ha convertido en un eco consetudinario que se escapó del tomo que sigue en el librero.
Qué lástima haber dejado la adolescencia para convertirme en el cliché de un vampirillo: aquí hay espejos pero ya no puedo jugar con mi reflejo.
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Publicado por Erika Mergruen en 10:47:00 a. m. 0 comentarios
domingo, noviembre 20, 2005
garabatos varios
1. Sepa el acuático lector de este lugar que el silencio no es sinónimo de dejadez, sino de compromiso con la esencia del lugar. Si esto es un aljibe, aljibe será y no me tienta transformarlo en letrina o en fosa séptica de mi decadencia mental. Y nada, toda esta grandilocuencia para decir-escribir que mis negruras no encuentran teclado por aquí.
2. A los cachorros se les mima, se les quiere, se les protege y provee; se les enseña el arte de cazar, el arte de la supervivencia. Los cachorros son los hijos que han de perpetuar la especie. Esto lo sabe uno cuando ha consultado una enciclopedia básica o ha dedicado el ocio necesario al bonitillo Discovery Chanel de la TV por cable. No señores, México no es el cachorro del imperio, México es el perro sarnoso del imperio: ese que vemos de lejos, que apedreamos. Y ya si nos queremos ver poéticos seguimos el ejemplo de Platero y Yo y le metemos un plomazo. Ya lo dijo maese dictador don Porfirio Díaz: Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos.
3. No me preocupan los dimes y diretes de dos personajes de pacotilla. Me aterra la reacción de la plebe, la estúpida y borreguil plebe que es el eco de los dimes y diretes, o el fétido eructo de sus gobernantes. Ya los quiero ver corriendo por las calles, enardecidos y machines: ¡Mueran los mexicanos! ¡Mueran los venezolanos!
4. Querida y adormecida plebe, debes preguntarte: ¿quién gana si dos países tercermundistas PERO petroleros se sacan la lengua y se enemistan?
______aquí su respuesta. Tan-tán.
5. Y no, este 20 de noviembre NO traigo a Zapata.
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Publicado por Erika Mergruen en 6:29:00 p. m. 0 comentarios
domingo, noviembre 13, 2005
Supuse que usar el término "Naturaleza muerta" o el de "Bodegón" confería a un lienzo algún rasgo distintivo. Y no es así, son sinónimos, aunque el primero sea la traducción textual del término en francés y el segundo es propio de nuestra lengua. Ergo, preferí la palabra "Bodegón" y no por defender el idioma sino porque "lo muerto" de estas "naturalezas" gráficas resultan un elemento tendencioso para aquél que observa.
Existen "Bodegones" en casi todos los territorios, todas las culturas y en diferentes presentaciones. No creo que dicha abundancia sea la causal de que este tipo de manifestación artística sea considerada, a veces, "inferior". Tiene más que ver con la transformación de la estética que llegó al absurdo en esos lienzos blancos donde una pequeña figura geométrica --de plano color-- parecieran más un ahorro de materiales por parte del pintor. Por suerte, de la depuración surgen los caminos de la innovación, y el bodegón seguirá vigente en tanto su cualidad de testimonio es inextinguible.
Y bien, de los bodegones que observé hace unas semanas me quedo con uno de Arrieta: va más allá de la simple representación de lo cotidiano, es una inmersión que devela la esencia social que suele esconderse entre líneas. En algo me ha recordado la etapa "oscura" de Goya. No sé qué diablos hacen con los pinceles, no alcanzo a percibir cómo atrapan ciertos colores y ciertas miradas de pesadilla. Son alquimistas que conocen la fórmula de ese horror que acecha en cualquier esquina.
Es recomendable ver el cuadro "en vivo"; o en tamaño "pantalla"gracias a la fundación que posee dicha obra: va el boleto para un sitio impecable en el cual se puede encontrar más obra de Arrieta y más. Un sitio para "favoritos".
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Publicado por Erika Mergruen en 4:21:00 p. m. 0 comentarios
miércoles, noviembre 09, 2005
Este frío ha caído como cubeta de cubitos de hielo, peo con todo y cubeta. Me duela la cabeza, el ánimo, los nudillos y mi nariz es una azul gotera. He querido traer un cuadro azul o el otro que tengo apartado y del cual una torva mirada me ha seguido en sueños. Pero el frío me da pereza, o decidia, o sólo frío y la galería se sigue de largo como las horas de este día.
Bah. Es la adrenalina que va a la baja porque estoy a unas horas de terminar mi trabajo. ¡Glup! creo que voy a extrañar el estrés, ¿alguien tiene un poco que le sobre?
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Publicado por Erika Mergruen en 4:10:00 p. m. 0 comentarios
viernes, noviembre 04, 2005
entremeses
Personajes:
-Yo
-Roderico
-fresas y un refri
(Yo entra a la cocina. Lleva una taza vacía y un cigarro sin prender. Observa la puerta del refri abierta. Espía. Sorprende a Roderico sentado en el cajón de las verduras, balanceando sus huesos-piernas).
Yo: ¿Qué haces? Cierra esa pinche puerta que gastas energía... Y deja de jamarte las fresas, que son pa' todos y están sin lavar. Ya te quiero ver lleno de lombrices.
Roderico: No me molestes. Me estoy enamorando.
Yo: ¿Qué, de qué de quién? ¿Y pa' qué diablos necesitas la fresas?
Roderico: Insensata. No es de qué ni de quién. Sólo me enamoro, así de simple. Muerdo las fresas y me enamoro.
Yo: Estás loco, mejor alcánzame el cenicero y busca un filtro pa' la cafetera.
Roderico: Insensible mortal. Las fresas son los corazones de los enamorados muertos. Las muerdes y te enamoras. Pero sólo nosotros, los poetas, develamos el misterio de las cosas. Tu no entiendes, eres un espíritu simple.
Yo: ¿¿¿ ???
(Yo sale de la cocina mentando madres. Sospecha que su fiel mayordomo ha estado tragándose las flores de la ofrenda. Ahora, además de inútil y respondón, está orate. Busca en el librero un Manual de Trepanación).
fin
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Publicado por Erika Mergruen en 3:09:00 p. m. 0 comentarios
miércoles, noviembre 02, 2005
El origen de casi todas las fiestas que se celebran en México es prehispánico, aunque el resultado actual sea una amalgama de otras culturas y sus creencias. El Día de Muertos conserva mucho de su aroma a copal gracias a que el día de Todos los Santos coincidía con las fiestas de muertos de mayas y mexicas. Estos últimos, entre otros rituales, construían en esas fechas efigies de sus dioses con pasta de amaranto y miel; elaboración que hoy en día podemos consumir bajo el nombre de "alegrías". Sin embargo hoy en día, en muchos mercados, se ofrecen al público cráneos hechos con estos ingredientes.
Ahora, con este desgraciado trabajo que no me deja dormir, descubrí que en el virreinato la población de la Nueva España no sólo montaba ofrendas sino que se regalaban, los unos a los otros, platillos o frutas para colocar en sus altares respectivos. Y según el poder adquisitivo del personaje, también se regalaba desde la reproducción de un altar en plata hasta sencillos juguetes para los niños. Me parece que el pedir "mi quinto calavera" tiene menos de Halloween y más de tradición popular. Y regalar era una invocación para que "el muerto no se los llevara", ya pueden enviarme presentes para asegurar su lugar en esta tierra, ja.
Aquí en la colina las ofrendas cada vez son más sencillas, y no porque quiera que el muerto me lleve, más bien esta acelerada cotidianidad ya me llevó (y no sé a dónde diablos) . En fin: respeten a sus muertos para saber respetar a sus vivos. Y si esta sentencia no les es grata vayan y lean las calaveras 2005 allá en el cielo azul.
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Publicado por Erika Mergruen en 11:11:00 a. m. 0 comentarios