domingo, noviembre 13, 2005

Supuse que usar el término "Naturaleza muerta" o el de "Bodegón" confería a un lienzo algún rasgo distintivo. Y no es así, son sinónimos, aunque el primero sea la traducción textual del término en francés y el segundo es propio de nuestra lengua. Ergo, preferí la palabra "Bodegón" y no por defender el idioma sino porque "lo muerto" de estas "naturalezas" gráficas resultan un elemento tendencioso para aquél que observa.
Existen "Bodegones" en casi todos los territorios, todas las culturas y en diferentes presentaciones. No creo que dicha abundancia sea la causal de que este tipo de manifestación artística sea considerada, a veces, "inferior". Tiene más que ver con la transformación de la estética que llegó al absurdo en esos lienzos blancos donde una pequeña figura geométrica --de plano color-- parecieran más un ahorro de materiales por parte del pintor. Por suerte, de la depuración surgen los caminos de la innovación, y el bodegón seguirá vigente en tanto su cualidad de testimonio es inextinguible.
Y bien, de los bodegones que observé hace unas semanas me quedo con uno de Arrieta: va más allá de la simple representación de lo cotidiano, es una inmersión que devela la esencia social que suele esconderse entre líneas. En algo me ha recordado la etapa "oscura" de Goya. No sé qué diablos hacen con los pinceles, no alcanzo a percibir cómo atrapan ciertos colores y ciertas miradas de pesadilla. Son alquimistas que conocen la fórmula de ese horror que acecha en cualquier esquina.



Es recomendable ver el cuadro "en vivo"; o en tamaño "pantalla"gracias a la fundación que posee dicha obra: va el boleto para un sitio impecable en el cual se puede encontrar más obra de Arrieta y más. Un sitio para "favoritos".
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