martes, octubre 14, 2003

Esta colina es una gran esponja; absorbe y absorbe agua: lluvia nocturna, lluvia de madrugada, lluvia en sueños. Tendrá que saturarse, y entonces ella, colina-esponja, emanará agua para hablar de lluvias.
La casa es un congelador, leo Alice bajo una manta; sólo las mañanas son frías (será que a mí las mañanas me dan zozobra); el frío de la tarde tiene un rostro más conocido.
Trato de buscar otros puntos de vista para la clase del sábado; igual me pasa como con Maldoror (nadie lee nada) y divago conmigo misma y el pizarrón nuevo (muy blanco, muy propio). Anoto fechas, sucesos políticos, recuerdo otros autores e intento digerir los comentarios de los iluminados (y los envidio, y quisiera ser de ellos breve reflejo). Quiero una edición nueva, ésta amarillea...
Bill-lagartija es como el geco, sólo que geco es un cazador pavoroso (ayer le dimos un grillo, zummm); y allá afuera hay conejos blancos, y corazones, tacitas de té pospuestas, y pájaros dando vueltas; y las convenciones insulsas, satirizables, pero con su poderoso dedo inquisidor.
Los que amamos a Alice deseamos ver un conejo que nos lleve al pozo de nuestros ensueños, creo.

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