viernes, octubre 24, 2003

Realmente hubiese preferido estar ahorita en el brunch con mis amiguitos; no se pudo. No avanzo con el trabajo, no por apatía sino porque es inevitable detenerse a leer esos ensayos (métaforas de la lengua indígena); dejaré de leer y luego pediré un ejemplar del libro. Todo avanza lento.
Esa sensación de estático me recuerda a esos fenómenos de las ferias que eran exhibidos en frascos con formol: flotando quietos, sin tiempo, sin oficio ni beneficio. (Bueno, benificio sí, para el que cobraba las entradas). Estaban el niño-perro, los siameses, el niño-cerdo, el niño-cíclope, fetos de animales con 5 patas, o cuernos. ¿Quién recolectaba eso? ¿O iban los dueños a venderlos? Imagino: mucho gusto, soy recolector de engendros ¿no le sobra por ahí uno?
Por eso no avanzo, entre la imaginación y el recuerdo mi seso padece dispersión cósmica. Vámonos...

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