jueves, septiembre 02, 2004

En la caja de comentarios, que no la de sorpresas, quedó una enramada de hamburguesas, Polichinelas, Comedia del Arte y hasta Cri-crí y El soldadito de Plomo. Aunque el soldadito no comía hamburguesas, y en la historia original no hay ni Polichinela ni Cri-crí sino un duende bastante perverso. El soldado de plomo más famoso de Andersen es aquél que, cojito, se enamora de una figurita de papel. Pero existo EL OTRO soldadito de plomo, también de Andersen: curioso protagonista de La casa vieja. Este soldadito es un elemento espejo, un augurio de plomo y al final, una voz de ultratumba muy velada. Aunque el cuento es en sí una enseñanza --sobre la vejez, el recuerdo y la memoria que ha de honrar a los muertos-- posee una atmósfera inquietante y una dosis de lo sobrenatural. Ese soldadito no es el enamorado ni el aventurero ni el triunfo del amor sobre la muerte. Es la regeneración disfrazada de juguete. Vale la pena buscar a Andersen y leer esos sus cuentos olvidados y ser soldado memorioso.

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